La cuota de “mística” albirroja dijo presente

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Después de la decepcionante actuación de la Selección Argentina en el Campeonato Mundial de España 1982, la AFA -bajo el mandato de Julio Humberto Grondona- decidió dar un golpe de timón y llamar a Carlos Salvador Bilardo como el sucesor de César Luis Menotti. El Narigón acababa de salir campeón con Estudiantes en el Metropolitano ‘82, demostrando lo capaz que era de conducir un equipo.

Teniendo tatuado a fuego las enseñanzas de Osvaldo Zubeldía, su trabajo en el seleccionado fue meticuloso, buscando que no se le escape ni el más mínimo detalle. En cuanto al juego terminó instaurando el esquema 3-5-2, con un líbero, dos zagueros, cinco mediocampistas (con dos volantes laterales que hacían toda la banda) y dos delanteros, el cuál la revista inglesa World Soccer lo catalogó como el “último sistema táctico del siglo XX”.

El camino al Mundial no fue para nada fácil, y la frase de Zubeldía “A la gloria no se llega por un camino de rosas” se vio ciento por ciento reflejada. Pero a pesar de las críticas negativas, Bilardo siempre insistió en su proyecto, dándole el tiempo la razón.

Para la Copa del Mundo Bilardo sabía que la altura de México podía jugar una mala pasada, así que decidió instalarse con tiempo en aquel país, haciendo base en el predio de América.

“Perdón Bilardo”, fue una de las banderas con el que la multitud recibió al plantel argentino de México. Con un estilo “mamado” en Estudiantes, Bilardo y su cuerpo técnico superaron todas las adversidades y lograron conformar un equipo que llevó a la gloria al fútbol argentino.

 

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