Del pánico al agua a destacada nadadora a los 78 años, una historia que convoca al desafío

Josefa León casi se ahoga en una pileta hace dos años. El susto la motivó a aprender a nadar. Hoy gana medallas y no falta un día a las clases

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A los 76 años, un día, practicando acuagym, se distrajo y perdió el flotador; se hundió en la pileta y la salvó de ahogarse el guardavidas. Tras el susto, frente a unas treinta personas que miraban asombradas la escena, salió del agua roja de vergüenza y ahí nomás preguntó a su rescatista si era posible, a esa altura de la vida, aprender a nadar. “Por supuesto” fue la respuesta contundente y alentadora de Fernando Gallini. Hace unos días, Josefa León, ya cumplidos los 78, se trajo una medalla del más importante torneo nacional de natación.

Aunque no le queda ni el más mínimo rastro de acento castizo, Josefa nació en León, España. Llegó a La Plata con sus padres y ocho hermanos a los 13 años. En esta ciudad estudió hasta tercer año del secundario, trabajó, después se casó, formó un hogar y ya pasados los 70 años se le dio por la gimnasia acuática, de bajo impacto y muy buena para la salud en general, según los consejos médicos. Bien sociable, conversadora y entusiasta, esa actividad en la pileta de club Montego de 29 entre 39 y 40 fue el puntapié de un gran desafío. “Tenía pánico de meter la cabeza abajo del agua; toda la vida tuve ese miedo, supongo porque siempre sufrí de los oídos. Empecé yendo a natación solamente los sábados y ahora voy de lunes a viernes. Me encanta”, cuenta Josefa.

Una rutina recargada

Activa y muy independiente, esta mujer casada hace 57 años con Enrique Corpus, madre de dos hijos y abuela de tres nietos, lleva una vida cotidiana que desmiente por completo la pasividad que se le atribuye en el imaginario colectivo a los jubilados como ella (“de ama de casa”, aclara). Cocina -y aseguran que muy bien- no sólo para la rutina doméstica sino también para la familia ampliada, los domingos y también otros días de la semana. La paella y el asado son su especialidad. Vecina de La Loma, se ocupa de las tareas para mantener en orden la casa; como maneja, a veces acerca a su nieta a la facultad. Con todo, aun le queda tiempo para varios largos diarios.

Tenía pánico de meter la cabeza abajo del agua; toda la vida tuve ese miedo. Ahora voy de lunes a viernes a natación. Me encanta”

Comenzó las clases de natación y, confiesa, le costó nadar sola, sin ayuda. “Tardé un año”, recuerda y explica cómo primero Leandro, después Verónica y ahora Mariana la entrenaron para llegar, finalmente, a este premio ganado por 50 metros de estilo espalda. “Al principio me hacían subir y bajar la escalera de la pileta o me llevaban de la mano. Un día me di cuenta de que estaba nadando sola y no me hundía. Fue maravilloso”, recalca.

Josefa integra el equipo ADN del natatorio. El grupo está compuesto por 70 nadadores de la categoría master. Varios de ellos, de diversas edades, obtuvieron medallas por su actuación en la competencia organizada por el Centro Nacional de Alto Rendimiento Deportivo (CENARD).

La gente que rodea a Josefa, y su familia en particular, siente un especial orgullo por esta mujer que venció su miedo histórico al agua y se convirtió en una hábil nadadora a poco de cumplir los 80 años. Para ella significa toda una experiencia y un gran aprendizaje. “Es cuestión de atreverse; si una se achica, se puede morir. Así, se sigue dando pelea y se puede ganar”, dice convencida.

 

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