Los caprichos de Sampaoli les cuestan caro a la Selección

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Por NICOLÁS NARDINI
nnardini@eldia.com

El fútbol está plagado de historias que comenzaron mal y acabaron bien, en la cima. Aún está fresco el recuerdo del penoso 0-1 ante Camerún en Italia `90, protagonizado por un equipo que luego, empapado de épica, logró llegar a la final de la Copa del Mundo. La enorme diferencia es que aquella vez había un plan en que creer y un líder con las espaldas más anchas del mundo.

Este arranque de Argentina deja poco espacio para la esperanza. Es que la principal piedra en el zapato para un creencia positiva es el entrenador. Jorge Sampaoli ha arremetido una vez más con sus decisiones contra el fútbol de la Selección Nacional.

El DT mostró obstinación al alinear desde el comienzo a Biglia, un jugador con fecha de vencimiento pasada en el equipo nacional y que, encima, llegó a Rusia dando ventajas en lo físico. Y en el colmo de los caprichos apeló, como presunta solución, a Banega, con tan sólo dos prácticas tras un episodio de lesión muscular ¿Qué es eso más que conspirar contra sí mismo? ¿Lo hace a propósito Sampaoli? Claro que no, pues entonces lo grave es que está completamente confundido, aturdido por una responsabilidad para la que parece no estar a la altura.

Messi lució sobrepasado por la presión. Ante el rocoso juego islandés, el mejor del mundo no pudo, producto de la falta de compañía y de la inexistencia de un plan de contención general que le permita contar con interlocutores válidos para la gestación de juego. Pasó el primer partido y la palabra decepción se adueñó del elenco nacional. En una Copa del Mundo no hay tiempo para lamentos. El equipo debe reaccionar. O hará las valijas mucho antes de lo previsto.

 

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