Vidas de famosos: las pantallas, colmadas de historias sobre el detrás de escena del glamour

Mientras el público espera la película sobre la vida de Freddie Mercury, disfruta de la serie sobre Luis Miguel: la biopic, un género que crece

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La biopic o película biográfica no es un género nuevo, en absoluto: cuenta con una larga tradición tanto televisiva como cinematográfica, con producciones de gran calidad y creatividad como “Man on the moon”, “Kafka”, “Confesiones de una mente peligrosa” o “I’m not there”, y otras marcadas por la pereza del guion y los mensajes efusivos de superación.

Pero nunca como ahora el género había pasado a tener un lugar tan preponderante en la industria audiovisual, al punto que temporada tras temporada se suceden las películas biográficas en los cines: en los últimos años contamos cintas como “La teoría del todo”, “Jobs”, “La batalla de los sexos” y “Borg”, y solo este año ya se estrenaron “Apuesta maestra”, “Todo el dinero del mundo”, “Las horas más oscuras”, “Yo soy Tonya”, “Más fuerte que el destino”, “Las estrellas de cine nunca mueren” y “Nada que perder”, entre otras. Y se vienen los estrenos de “Mary Shelley”, “BlakKklansman” y “Una guerra brillante”, entre muchas otras que irán llegando mientras los fans de Queen esperan ansiosos “Bohemian Rhapsody”, filme sobre Freddie Mercury que llega en noviembre.

Eso, solo en cines, porque en la pantalla chica también se reproducen los proyectos vinculados a ídolos y figuras destacadas. Particularmente de la música, un subgénero dentro del género que crece a cada minuto (ya se prepara una serie sobre Julio Iglesias) y que se esparce a Argentina, donde este año se estrenó con gran éxito la miniserie “Sandro de América”.

Sandro es una de las figuras populares nacionales que ha visto su vida trasladada a una ficción basada en hechos reales, luego de que, por ejemplo, Gilda llegara a los cines de la mano de Lorena Muñoz: la cineasta, tras el éxito de aquella película protagonizada por Natalia Oreiro, prepara una película sobre la vida de Rodrigo Bueno, titulada “El Potro: lo mejor del amor”, título en espejo a “Gilda: no me arrepiento de este amor”.

Y se trata apenas de la punta del ovillo del boom del género: este año los Ortega, que ya buscan a su Monzón para filmar la vida del boxeador, estrenarán en los cines “El Ángel”, basada en los asesinatos de Robledo Puch (de manera libre y creativa, según los reportes que llegaron de Cannes, donde se estrenó), aprovechando el éxito de otro tipo de ficción biográfica, la criminal, que los vio lucirse con “Historia de un clan”, la miniserie que se llevó varios Martín Fierro en 2016.

Ese año, Pablo Trapero presentaba su propia versión de la familia Puccio en “El Clan”, una de las películas más taquilleras de aquel año, argentina o no.

El público busca estas ventanas al pasado (el suyo y el de sus ídolos), quiere saber los costados íntimos (y oscuros, de ser posible) de estas figuras más grandes de la vida, y en la industria del cine, cada día con más frecuencia, se apuesta a lo seguro ante las crisis del medio (que es crisis ante las nuevas tecnologías y formas de consumir, pero también crisis de creatividad) y del mundo: cóctel perfecto para que florezca el género (como también otras formas de entretenimiento que apelan a la nostalgia y apuntan a un público “cautivo”, un público base que irá a ver un producto por la “marca” -en este caso, el biografiado- sin importar la calidad).

Producto de este fenómeno es una de las grandes series del año, “Luis Miguel: la serie”, que cada domingo muestra un nuevo episodio en la pantalla de Netflix: la historia autorizada del divo mezcla revelaciones con momentos de “verdad oficial”, pero es hasta aquí la ventana más importante en la vida del privado astro mexicano. Y por eso, y porque es un culebronazo, los espectadores no pueden despegarse de la pantalla.

 

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