¿Quién le pone el cascabel al gato?

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La “pandemia” de amenazas de bomba en los colegios de la Región -especialmente en escuelas de Berisso y de La Plata- se mantiene en el tiempo y se expande sin que, hasta el momento, se haya encontrado una solución cabal a tal dislate. Ayer, mientras medio centenar de padres se concentraban frente a una escuela de Berisso, para pedir que se le ponga coto a esta desagradable costumbre, en La Plata, una impresionante movilización de policías se dirigió hasta un edificio en pleno centro para dar allí con el paradero de un menor de 14 años que, desde su propio teléfono celular, había hecho una amenaza de bomba a la escuela a la que concurre.

Y lo cierto es que, con el correr de los días y con el agravamiento en cuanto al número de amenazas que se recogen, todo parece indicar que el problema se solucionará solamente cuando alguien pague por los platos rotos. Habiendo menores de por medio, deberían ser sus padres mayores de edad los que se hagan responsables por las “ocurrencias” de los chicos.

La semana pasada hubo un allanamiento en Berisso por un caso de amenaza de bomba; ayer otro en La Plata. Ambos procedimientos no debieran quedar allí.

Movilizar a la policía, a la brigada de explosivos y a las fuerzas del orden en general, tiene un costo económico. Evacuar una escuela, suspender las clases, tiene un costo social. Alguien debería, entonces, hacerse cargo. Tal vez, debieran ser los padres de esas “monadas” de chiquilines tan inquietos.

 

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