“Me gusta encontrar puntos de contacto en la diferencia, para, a partir de allí, construir algo”

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Se mueve con cautela: antes de definir sus primeros pasos en la máxima jerarquía de la iglesia platense y de trazar los objetivos de su gestión, Víctor Manuel Fernández, el nuevo Arzobispo de la Arquidiócesis de La Plata, prefiere “conocer, escuchar mucho”, para luego sí, afirma, “junto con los demás, armar un plan diocesano”.

Con el papa Francisco -de quien se ha dicho es un “pilar intelectual”- además de las ideas comparte la pasión por el club San Lorenzo, equipo del cual es hincha fanático. “A eso debo mi apodo ‘Tucho’. Porque un jugador de otros tiempos, llamado “Tucho Méndez” le metió muchos goles a San Lorenzo, y los amigos de mi viejo, para hacerlo rabiar, me decían Tuchito”, cuenta.

Ayer, entrevistado por EL DIA, el sucesor de Aguer se mostró “muy contento” con la designación. “Hasta el año 2000 fui párroco, antes de dedicarme a la gestión académica en la UCA. Esos años de parroquia fueron muy felices, y cuando me nombraron obispo comencé a desear profundamente que me mandaran a una Diócesis. Por otra parte, la Arquidiócesis de La Plata es hermosa: tiene historia, belleza, buena gente. Para mí ser obispo de un lugar es encarnarse allí, es comenzar a ser parte de la vida y de la historia de ese lugar, y eso es lo que espero”.

¿Qué le dijo el Papa? ¿Le encomendó algo? “No -afirma-. El Papa no suele dar directivas, cuando te da una misión confía en vos. Me dijo que escuche y me deje guiar por Dios. También me dijo algo que les dice a todos: ‘Cuidá el seminario’”.

Su desembarco en La Plata, admite, será todo un desafío: “Hasta ahora no tuve vínculos con la Ciudad ni con las demás ciudades que integran la Arquidiócesis: Ensenada, Berisso, Magdalena, etc. Para mí es todo nuevo, como volver a nacer o empezar una vida completamente nueva. Eso tiene su encanto, y a mi edad me invita a renovarme a mí mismo”.

Por ahora, Fernández se muestra prudente a la hora de las definiciones sobre la impronta que tendrá su gestión en la Arquidiócesis local. “No puedo ni debería decirlo ahora”, dice, en alusión a los lineamientos. Y agrega: “Primero tengo que conocer, escuchar mucho, y luego, junto con los demás armar un plan diocesano. Pero sí hay algunas orientaciones generales que tienen que ver con lo que nos está pidiendo el Papa Francisco”.

Si bien en la jerarquía eclesiástica dan por sentado que el desembarco de Fernández abre una nueva etapa en la iglesia local, con otro perfil, “Tucho”, asegura que prefiere buscar los puntos en común, más que las posibles desavenencias. “En realidad -dice- no me gusta hablar demasiado de las diferencias, y menos de forma dialéctica. Con Mons. Aguer, por ejemplo, tengo muchas cosas en común: ambos defendemos con fuerza la vida, ambos amamos la cultura clásica y la buena música, etc. En todo caso, nuestros matices nos hacen complementarios, y la Iglesia, como dice el papa, es un rico poliedro”.

“El Papa no suele dar directivas, cuando te da una función confía en vos”, afirma

 

Fernández asume su nueva función tras varios años de vida académica en la Universidad Católica (UCA), donde, asegura, aprendió mucho. “Siendo rector de la UCA aprendí economía, derecho, biología, de todo un poco. Espero volcar toda esa riqueza en La Plata”. Sin embargo, a la hora de las definiciones sobre los lineamientos que a partir de ahora seguirán la UCALP y los colegios secundarios que dependen de la iglesia local, prefiere, otra vez, la prudencia: “Primero quiero conocer para poder decidir de acuerdo con la realidad concreta y no desde afuera”, afirma.

¿Cómo describiría su relación con el clero y los fieles platenses? ¿Le preocupa encontrarse con resistencias? “Creo que aquí hay mucho espíritu de fe. Por lo tanto no creo encontrar resistencias. Los sacerdotes cuando se ordenaron juraron obediencia al obispo que los ordenó “y a sus sucesores”. Por otra parte, a mí me gusta encontrar puntos de contacto en la diferencia, para, a partir de allí, construir algo juntos”, remarca.

Contrario a la despenalización del aborto, Fernández sostiene que “no sólo hay vida en el embrión, sino vida humana (los humanos general humanos, no animales). Esa nueva vida tiene una información genética con secuencias que tendrá y desarrollará en la vida adulta. Es el mismo. Yo creo que si no se cuida y respeta esa vida, toda vida humana queda en riesgo, y los más débiles quedan expuestos al atropello de los fuertes. ¿Qué fundamento sólido puede haber para defender los derechos humanos, si podemos decidir libremente acerca de la vida de los más frágiles?”.

 

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