Murió el jubilado que había sido atropellado por motociclistas cuando iba a misa

Julio Arze tenía 88 años. Dos motoqueros lo embistieron en 60 y 27, causándole gravísimas heridas. La lucha de una familia y el peor final

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La serie de situaciones que convergieron en el fallecimiento de Julio Arze, jubilado de 88 años, son confusas y con datos inciertos. La causa de su muerte, no: el 1 de abril pasado, dos motos lo atropellaron poco después de las 19 en 60 y 27, cuando el hombre se dirigía -como solía hacer- a la misa que se celebra en la parroquia Nuestra Señora de Luján. Desde ese momento, la familia debió transitar un tortuoso camino “para dar primero con su paradero y también para conseguir una atención médica adecuada”, le dijo a EL DIA su nieta Lorena.

Sentados en su casa de Villa Elvira, ella y su hermano Juan recibieron a los cronistas con los rostros cansados y tristes. “Todo el proceso fue y es una lucha, pero no vamos a parar hasta encontrar a los culpables”, explicaron.

Según testigos e imágenes de las cámaras de seguridad de un comercio cercano, a su abuelo lo embistieron dos chicos a bordo de sendas motos de alta cilindrada. Sin cascos, chalecos reglamentarios ni patentes.

“Ese día era la misa de Pascua y había estado con nosotros almorzando. Él era muy creyente e iba a pedir por mi suegro, que había muerto el 19 de marzo”, contó Lorena. Una vez finalizada la comida, su yerno fue el encargado de llevarlo a la casa de 59 y 23. Fue el último que lo vio ese día, porque “el abuelo era muy independiente y se manejaba solo”, aseguró Juan.

Al día siguiente, Arze no fue a almorzar con su otra nieta. Como era feriado, creyeron que había preferido no moverse del hogar.

El martes tampoco llamó a ninguno de sus parientes y ellos comenzaron a preocuparse. Hasta que el miércoles, luego de intentar comunicarse en vano con él, fueron a visitarlo.

Arze no estaba. El pastillero marcaba que la última píldora había sido consumida el domingo. Entonces comenzó una búsqueda por hospitales, comisarías y hasta morgues. Nadie sabía nada, y la desesperación fue creciendo cada vez más. Al único hospital que no habían llamado era al de Melchor Romero. Allí les dijeron que no podían brindar información por teléfono. Ante la insistencia, “alguien aflojó, y nos dijo que estaba ahí”, indicó Juan.

Habían pasado varios días, muchos “no” y otros tantos “no sé”. En su billetera, que llevaba al momento de ser golpeado por los rodados, Arze tenía toda su documentación y un papel con un texto: “En caso de emergencia, comunicarse con”, seguido de los nombres y teléfonos de su hija y nietos.

La atención del nosocomio, aseveraron Lorena y Juan, “dejó mucho que desear”. Tras una batalla de trámites, lograron trasladarlo al hospital Español, donde permaneció internado hasta el viernes, cuando su cuerpo no pudo aguantar más.

Todos los datos con que la familia cuenta sobre el siniestro fueron aportados por testigos.

“Apenas lo atropellaron, la gente de la iglesia salió para ayudarlo. Algunos llamaron a la ambulancia y otros a la Policía, que nunca apareció. Fueron los vecinos los que tuvieron que cortar la calle para que lo pudieran atender”, refirió Lorena. Juan, por su parte, asevera que una de las personas que presenció el hecho “nos dijo que a uno de los motociclistas se le cayó un arma. Y según un remisero que los seguía, venían desde Los Hornos”. Por ahora, no hay pistas que ayuden a esclarecer el caso o identificar a los autores, aunque tienen un video que ya aportaron a la fiscalía. Los nietos de Arze prometen buscarlos “hasta las últimas consecuencias”.

40
Son las víctimas fatales por siniestros viales en lo que va del año en la Región. La mayoría de los fallecidos viajaba en moto al momento del accidente.En junio de 2017 la cifra alcanzaba a 37 personas.

 

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