Debe tener vigencia plena la prohibición de las bolsas plásticas

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El Concejo Deliberante platense acaba de sancionar una ordenanza que prohíbe a los comercios la entrega de bolsas plásticas no reutilizables, disponiéndose así que los compradores lleven bolsas propias o adquieran las de material biodegradable que se venden en los propios negocios. Se trata de una medida de alcance local, que se suma a la normativa provincial vigente.

Antes de analizar la cuestión de fondo, relacionada a temas de índole medioambiental, conviene poner de relieve que la columna editorial de este diario publicada el 29 de agosto de 2009 se tituló “Es de esperar que tenga una vigencia efectiva la ley que prohíbe a las bolsas plásticas”, en lo que resultaba ser un reclamo por algo que no ocurría.

Se dijo allí, entre otras consideraciones, la siguiente: “Es claro que habrá que vencer resistencias, muchas de ellas basadas en ecuaciones de costos y resultados, además del desentendimiento total a las cuestiones ambientales. De allí que en buena medida la suerte de la ley dependerá de que se acentúen las campañas de concientización, no sólo sobre los titulares de los comercios sino en la población toda de modo que, a su manera, cada habitante pueda colaborar en el mejor destino de la norma”.

No está demás agregar ahora que no son pocas las leyes sancionadas que jamás alcanzan vigencia efectiva.

En temas del tránsito, se puede hablar de muchas de ellas que –como la del uso obligatorio del cinturón de seguridad, o la obligatoriedad de circular con menores sentados en el asiento trasero y en las sillas especiales- siguen siendo letra muerta para muchos de los conductores de toda la Región.

Se conoce que el uso de las bolsas plásticas –que sigue siendo vigente en muchos lugares- implica un aumento de los niveles de contaminación existentes. El hecho de que se trate de un material no biodegradable, sumado a su casi increíble divulgación como producto de uso cotidiano, ha originado gravísimas consecuencias para la calidad de vida del planeta. Resulta, entonces, saludable que se busque reducir la contaminación ambiental, para limitar un artículo que, luego de ser empleado, no siempre llega en su totalidad a los rellenos sanitarios.

No hay posibles dudas acerca de que la prohibición de utilizar ese tipo de envases constituye una trascendente contribución a la lucha por un medioambiente sano.

Sin embargo, la preocupación de los concejales, de los legisladores y de los funcionarios con incumbencia en el tema debiera ir mucho más allá de la mera sanción de leyes y ordenanzas. Se trata no sólo de que las normas deben cumplirse, sino, también, de informar en debida forma a la sociedad sobre estas cuestiones, hasta lograrse un nivel de conciencia que acompañe a la letra de las leyes, convirtiéndolas en rectoras efectivas del comportamiento ciudadano.

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