Perdidos, como platense en la neblina
Edición Impresa | 1 de Julio de 2018 | 05:17

Ni el día ayudó. Gris, chato, cerrado y con esa niebla impenetrable que desde el viernes a la noche se apoderó de la Región, como anticipando lo que iba a ocurrir sobre el mediodía del sábado. Como queriendo ocultar tantas esperanzas que quedaron en la nada.
Francia ganó cuatro a tres y la Argentina se vuelve del Mundial de Rusia con una performance opaca y triste.
Puede uno apelar a la razón o al corazón a la hora de intentar analizar lo que se vio durante los días en los que la Argentina estuvo en el Mundial.
El corazón de un país futbolero invitaba ayer a creer. A tener la esperanza de una actuación similar a la que días antes, frente a Nigeria, había depositado a la celeste y blanca en los octavos de final.
La razón, en cambio, desde la lógica de lo vivido en el pasado reciente abría un gigantesco signo de interrogante.
No había, desde la lógica, motivo alguno para suponer que, milagrosamente, el proceso de Sampaoli fuera a termina coronado por el éxito.
Nunca hubo una señal, nunca un rendimiento colectivo que invitara a suponer que se estaba ante un equipo candidato a pelear por cosas importantes.
Dicen que lo de ayer fue la crónica de un final anunciado. Y nada más ajustado a la realidad.
Los traumáticos cuatro años que mediaron entre la final perdida en Brasil y lo acontecido ayer en la tierra de los tártaros, difícilmente podrían haber terminado de otra manera.
Los dislates, el descontrol, los manejos chapuceros y faltos de toda seriedad de la entidad conducida por “Chiqui” Tapia, tenían que terminar chocando la calesita. Y así fue. La pena, la gran pena, es que en el camino se llevaron puesta la ilusión.
Puede uno enredarse hasta el infinito con la polémica de mesa de bar sobre si había que jugar con línea de 3, de 4, o de 5; si Caballero o Armani, si Higuaín, Agüero, Di María o Dybala. Eso es anecdótico y seguramente, a esta altura de los acontecimientos, inservible.
Esperaba uno que Sampaoli -el que supo hacer fracasar a Messi- al menos tuviera el reparo ético de presentar su renuncia; pero al parecer el DT también anda flojo en la materia.
El bisturí, en realidad, debería ir un poco más a fondo. Hablar de “refundación del fútbol” suena a épico, pero si esa épica la dejamos en manos de Tapia, Angelici o Moyano, el resultado -seguramente- no distará mucho del conseguido por Sampaoli. Casi con seguridad, se volvería a perder por goleada.
Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE