Francia, el campeón del mundo de la eficacia, el equilibrio y el balón parado

Un equipo que se consagró por su gran bloque defensivo y la notable pegada de sus dos cracks: Griezmann y Mbappé

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Por NICOLÁS NARDINI
nnardini@eldia.com

Hay un nuevo dueño del planeta fútbol. Francia es el campeón del mundo tras la contundente victoria por 4 a 2 sobre Croacia en la final de Luzhniki. “Les Bleus” campeonan por segunda vez en su historia, después de aquel título de 1998 liderados por un colosal Zinedine Zidane. Justamente en aquella primera gesta, el capitán galo fue Didier Deschamps, hombre de gran carácter y ascendencia sobre el grupo, que ahora supo transmitir ese liderazgo para guiar a sus dirigidos a una nueva epopeya, en este caso con el mérito añadido de haber sido fuera de casa.

¿El fútbol de Francia no emocionó? Es verdad, este equipo no será recordado como el de más brillo ni tuvo el nivel de belleza en el juego de otros grandes campeones a lo largo de la historia, pero eso no le quita méritos en absoluto. Porque en verdad el campeón entendió, desde el comienzo, que en el fútbol es tan importante defender como atacar. Hay una máxima del básquetbol que indica que “los ataques ganan partidos y las defensas ganan campeonatos”. Pues Francia tuvo, además de un ataque brutal por la pegada de Mbappé y el fútbol celestial de Griezmann, una defensa sólida y un enorme arquero.

El bloque de la mitad de la cancha con Pogba y Kante fue una verdadera muralla inexpugnable. Y por si eso fuese poco, fueron una usina de fútbol, entregando siempre el balón a un compañero y saltando líneas con pases con ventaja para los suyos.

EFICACIA MATÓ POSESIÓN

La eficacia, por sobre todas las cosas, fue la principal virtud del campeón. Los datos, fríos pero certeros, lo corroboraron incluso en la final, donde Francia sólo tuvo el 39 por ciento de la posesión del balón, contra el 61 de su oponente. Es más, contó con 8 remates al arco contra 15 del subcampeón. Entonces, la diferencia estuvo en la eficiencia, en la puntería fina, en el detalle que separa a los buenos jugadores de los excelentes. Y Francia tuvo a muchos en ese status.

El fútbol cambió de era. La dinámica, la velocidad, la practicidad y la contundencia le ganaron por goleada a la cadencia y los interminables movimientos del balón. Esta Francia supo sacar provecho de sus individualidades y armó una estrategia en función de su potencial. Mal no le fue...

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