Llueve, y en La Plata nadie habla de otra cosa

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Es media tarde y el cielo se pone negro. Todos los presagios del Servio Meteorológico parecen estar a punto de hacerse realidad. En los ventanales empiezan a repiquetear las gotas de la lluvia y el cielo, por momentos, se abre con los relámpagos para dar paso luego al posterior estruendo de los truenos que hacen temblar los vidrios.

Como ocurre cada vez que una tormenta de este tipo sacude a la Ciudad los vecinos se transforman en cronistas de esa realidad que, en muchos casos, mete miedo.

Suenan los teléfonos. “Cae piedras en Los Hornos”, dice una voz de mujer en el otro extremo de la línea. También en Lisandro Olmos pasa lo mismo, alerta un señor mayor. Por las redes sociales llegan los primeros videos y fotos del granizo en Tolosa. Afortunadamente, por lo que se observa, no son piedras de gran tamaño.

Llueve. Y las voces de los que se comunican con la Redacción suenan nerviosas. Preocupadas. Como sin el hecho de compartir con el diario lo que sus ojos están viendo, llevara implícito el deseo de que esa lluvia termine pronto. Voces que suenan como si el estigma que grabó a fuego aquel 2 de abril de 2013 decidiera volver a mostrarse a flor de piel.

No tranquilizan, además, las imágenes que llegan por la tele. Estudiantes y Defensa y Justicia juegan su partido bajo un diluvio, hasta que se suspende. “Eso es lo que se viene para aquí”, piensa uno.

Alguien que viaja por la Autopista, a la altura de Berazategui, también pasa su parte. Copiosa lluvia, viento muy fuerte y granizo.

Después del viento llega la otra tanda de llamadas. Árboles caídos y cortes de luz. Edelap habla de cortes “puntuales”. Los lectores opinan que esos puntos parecen ser más que numerosos.

Llueve y en La Plata todos los otros temas que hasta la mañana preocupaban, parecen haber pasado a segundo plano. Las redes sociales estallan con la profusión de rarísimas imágenes de hinchadas nubes negrísimas que le disputan el horizonte al sol que se está yendo.

La inundación, obviamente, es el infierno tan temido. Las preguntas y las dudas forman parte del segundo escalón. ¿Están terminadas las obras? ¿Cuánto falta? ¿Por qué se demora tanto la finalización de los trabajos del arroyo El Gato? ¿La hubiésemos pasado peor ayer si no se hubiera avanzado en los trabajos?

Ya habrá tiempo de volver a preocuparse por la economía, la desocupación o la inseguridad. Eso será cuando escampe y deje de llover, claro está.

 

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