Nuevo y desalentador avance de la venta callejera en la Ciudad
Edición Impresa | 7 de Septiembre de 2018 | 02:00

Hace seis meses los operativos municipales dejaban traslucir que el problema de la venta callejera en la Ciudad parecía ir resolviéndose o, al menos, que se iría reduciendo en forma sensible su incidencia. Sin embargo, en las últimas semanas surgieron evidencias desalentadoras y, a la vez, demostrativas de que la venta informal en La Plata volvió a experimentar un aumento explosivo.
Una de esas elocuentes -e insólitas- evidencias ha sido la vertiginosa conversión de la plaza San Martín en una virtual saladita, con puesteros y manteros distribuidos en todos los sectores del espacio público más céntrico de la Ciudad, ubicado frente a la Casa de Gobierno, la Legislatura, el Pasaje Dardo Rocha y otros edificios oficiales y privados muy característicos.
De pronto, la plaza política e institucional más significativa de la capital bonaerense, que contiene, entre otras referencias, el monumento al Libertador, se vio invadida por centenares de puestos de venta, en una situación que dejó en claro el desinterés de la Comuna por un fenómeno que implica la flagrante violación de leyes nacionales y provinciales, así como de ordenanzas comunales.
El problema acaba de agravarse anteayer con la instalación de unos 40 puestos de venta ambulante en el veredón del Pasaje Rocha que da sobre la calle 50, lindera a la misma plaza.
Una suerte de feria americana se extendió junto a los muros del edificio, en su mayor parte con mantas desplegadas sobre el suelo, ofreciéndose todo tipo de mercaderías. Entre ellas, alimentos elaborados.
Mientras tanto, la plaza San Martín sigue ocupada por ambulantes que venden ropa, juguetes, golosinas, además de víveres tales como empanadas, tartas, pizzas, facturas, pastelitos y otros alimentos de elaboración casera.
Todo indicaría que la Municipalidad ha elegido la resignación, bajo la discutible excusa de que pronto estará listo un predio para los manteros en 80 y134. Sin embargo, lo que corresponde es reiterar que resulta sumamente dañoso para la actividad económica general y para el funcionamiento armonioso de la Ciudad permitir este desborde.
No se trata de promover ninguna acción contra personas que, al no contar con otras alternativas, invocan su derecho a trabajar.
Se trata éste de un problema social, grave y perentorio por cierto, que el Estado debe preocuparse en resolver, pero nunca al costo de permitir la anarquía que implica la proliferación de la venta ambulante.
De lo que trata ahora es de que la Municipalidad, con el respaldo de los cuadros normativos que la avalan, haga valer en pleno su poder de policía, para impedir que florezcan estas muestras de competencia desleal y de total desaprensión en materia higiénica, impositiva y legal, de la que hacen gala organizaciones mafiosas, que son las que promueven esta actividad informal.
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