Macri y Bolsonaro buscarán alumbrar un nuevo Mercosur

El bloque regional está en la mira de la nueva administración brasileña que reclama cambios y mayor flexibilidad

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Finalmente, luego de 16 días de ocupar el sillón principal en el Palacio del Planalto, el flamante titular del Ejecutivo brasileño, Jair Bolsonaro recibirá al presidente argentino, Mauricio Macri. El encuentro no será uno más en la zigzagueante relación entre ambos países, luego de que el Presidente decidiera no encabezar la delegación argentina que el 1º de enero asistió al acto de asunción del ex capitán que hoy conduce la mayor economía sudamericana. El faltazo fue atribuido al deseo de la Casa Rosada de no quedar alineado a las posturas disruptivas del ahora mandatario, pero los primeros días de la gestión ha permitido revaluar esa desconfianza.

Y a ello hay que agregar algunos otros condimentos, como ser la magnifica evolución de los mercados, a uno y otro lado de la frontera, que generó el sucesor de Michel Temer, trayendo una euforia en San Pablo, que también se importó desde Buenos Aires.

EL FACTOR MADURO

Pero más allá del buen arranque económico de la gestión Bolsonaro y el efecto indudablemente positivo que un Brasil en crecimiento generará para Argentina, un factor adicional acercó a ambos presidentes. Es que juntos se convirtieron en los principales escuderos de la ofensiva continental contra la asunción del segundo mandato de Nicolás Maduro en Venezuela, una postura que claramente compartieron con otros 11 mandatarios del Grupo de Lima, pero también en la OEA, con el gobierno de Donald Trump y con la Unión Europea.

El viaje de Macri seguirá al fin de sus 24 días de vacaciones en Villa La Angostura y a las visitas que este martes hará a Tierra del Fuego, Santa Cruz (ambas por primera vez durante su gobierno) y a Chubut.

El periplo se iniciará mañana en Puerto Madryn para aterrizar en Brasilia esa misma noche, antes de una intensa jornada de contactos bilaterales con Bolsonaro, para lo cual será acompañado por una amplia delegación de su gabinete, que incluirá a los ministros Jorge Faurie, Patricia Bullrich, Oscar Aguad, Nicolás Dujovne y Dante Sica, sólo por nombrar a los miembros más importantes de la nutrida comitiva, que participará de una serie de encuentros bilaterales ampliados entre los presidentes y los miembros clave de los dos gabinetes.

Se espera, según reveló el canciller Faurie, un pronunciamiento conjunto sobre la situación venezolana, donde ambos gobiernos se mostraron en sintonía, en especial luego de que desde Brasilia se bajara el tono a una posible incursión militar al país caribeño.

Si bien Macri y Bolsonaro han mantenido al menos tres contactos telefónico, en dos de ellos para la felicitación de rigor del presidente argentino, tras el triunfo y la asunción presidencial del brasileño, los observadores asignan gran trascendencia a los encuentros del miércoles,

Más allá de otros temas puntuales, como ser el control conjunto de la zona costera del Atlántico Sur o el combate al accionar de la delincuencia y de las bandas narcos, le tocará a Dujovne y a Dante Sica entablar las primeras conversaciones acerca de una posible reformulación del Mercosur, la alianza regional nacida en los años 90 luego de los acuerdos alcanzados en los albores de la recuperación democrática de los `80 por los presidentes Alfonsín y Sarney y que permitió durante más de tres décadas dejar de lado antiguas rencillas y desconfianzas. Ahora el diálogo con Paulo Guedes, pasará por administrar el comercio bilateral y las coordenadas sobre las cuales se pretende dar nuevo impulso a un Mercosur “más flexible”.

Se especula con el inicio de una etapa de cambios en el bloque como antes no se ha visto, según advierte Marcelo Elizondo, director de la consultora DNI en su último informe. De allí que se descuenta que el futuro del Mercosur se convierta en una cuestión crítica del encuentro bilateral.

El propósito de Brasil sería lograr que el arancel externo común (considerado rígido porque es elevado, se aplica en todos los casos en forma común y no puede ser afectado por acuerdos individuales de los miembros), que es de los más altos del mundo, sea reducido y que pueda ser reemplazado por normas que permitan a cada miembro del bloque lograr acuerdos comerciales o económicos internacionales bilaterales que no involucren necesariamente al bloque, lo que hoy no es permitido por el propio Mercosur (que exige que los acuerdos sean de todo el bloque).

El tema genera enormes debates a un lado y otro de la frontera. Es que el Mercosur es la quinta economía mundial, si se suma el producto bruto de los países miembros, tiene las tres mayores ciudades de Sudamérica y controla las mayores reservas energéticas, minerales, hídricas y petroleras del planeta.

El Mercosur ha sido clave para Argentina porque fue el primer paso para la salida al mundo de no pocas empresas y que fija desgravaciones arancelarias en más de 6.000 productos, algo que ningún otro acuerdo firmado por el país contempla.

El principal beneficio para Argentina fue el incremento del comercio de la región. El crecimiento del vínculo comercial tuvo un crecimiento casi exponencial, dado que se pasó de algo más de 2.000 millones de dólares de intercambio bilateral a casi 40.000 en el 2011, cuando se tocó el techo. Por entonces el intercambio con Brasil significó el 21% de las exportaciones totales de Argentina y el 30% de sus importaciones.

Hasta ahora Bolsonaro y su ministro Guedes anunciaron que esperan flexibilizar el Mercosur, sin necesidad de mantener las negociaciones en bloque, en un intento de acordar con las grandes economías mundiales, en condiciones más flexibles de lo que permite el acuerdo del bloque.

Las reformas pueden impactar en Argentina de dos formas. Por un lado puede ser que muchas pymes ya no cuenten con la protección del arancel común, que las haría menos competitivas del otro lado de la frontera y se someterían a una competencia con empresas de terceros países que hoy deben pasar por el arancel externo. Así el Mercosur dejaría de ser central para Brasil, aunque ya el comercio intrabloque cayó 30% desde su pico de 2011.

Como contrapartida, Brasil con una mayor inserción comercial externa podría facilitar mayores negocios con otros relevantes mercados, e incrementar la demanda hacia proveedores argentinos para que éstos ingresen en cadenas de valor binacionales. En este contexto el nuevo Mercosur podría ser menos rígido y cerrado, donde también Argentina podría enhebrar alianza que hasta ahora le son vedadas.

Esto supone oportunidades y amenazas. Y, según algunas encuestas recientes, la población argentina es la que encuentra más amenazas (especialmente relativas al empleo) ante una hipotética apertura comercial. Sin embargo, las estadísticas muestran en Latinoamérica que los países mas abiertos tienen menos desempleo (y los más cerrados, especialmente miembros del Mercosur como Brasil, Argentina y Uruguay, son los que más desempleo sufren) pero esto no es lo que se refleja en la opinión mayoritaria en Argentina, al menos según las evaluaciones surgidas de algunas encuestas.

Es cierto que el bloque atrasa, porque registra formulaciones de hace 30 años, que no se han ajustado en numerosos temas que ni siquiera estaban en agenda al momento de firmarse el bloque pensado principalmente como un acuerdo arancelario. Además quedaron pendientes numerosas materias, de alguna manera planteadas en el acuerdo original pero que por una u otra razón jamás se llevaron a la práctica.

Entre las grandes materias pendientes puede enumerarse la falta de mecanismos para resolver controversias en forma institucionalizada, tampoco hay normas sobre servicios o propiedad intelectual u organismo reguladores para coordinar la administración de las actividades económicas entre los socios y procedimientos para facilitar el comercio, normas relativas a las políticas de competencia, de acuerdos para congeniar en regulaciones impositivas internas, de políticas de coordinación macroeconómica, así como tampoco están previstas normas sobre medio ambiente, movimientos de capital, cooperación industrial, promoción conjunta de inversiones, entre otras materias.

Es claro que el Mercosur debe replantearse sus objetivos, lo que no es tan claro es si Macri y Bolsonaro llegarán a acuerdos sobre la dirección de esos cambios, para que los cuatro países del bloque, se beneficien con la transformación.

 

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