En pleno verano el Bosque es un gran gimnasio a cielo abierto

Arboles, sol, brisa, el canto de los pájaros invitan a cientos de deportistas platenses a realizar una actividad a cielo abierto. Es que según diferentes estudios, a los cinco minutos de hacer actividad física en un espacio abierto, aumenta el bienestar y mejora el ánimo, algo que con solo pegar una vuelta por el Paseo del Bosque queda demostrado porque cualquier día de la semana, fundamentalmente por la mañana temprano o al atardecer, centenares de deportistas se dan cita en ese lugar para correr, andar en bicicleta o jugar a la pelota.

A los reconocidos beneficios de hacer ejercicio se le suma el hecho de que permanecer en espacios verdes y disfrutar del sol da la sensación de libertad, algo que por lo general no se tiene en un lugar cerrado.

Tal vez por eso Andrés Ciut, profesor de educación física de un gimnasio, alterna las clases en ese lugar con entrenamientos al aire libre. Sus alumnos tienen entre 18 y 65 años y van de muy buen agrado a correr al Bosque.

“Se corre aproximadamente una hora, cada uno según sus posibilidades porque es una actividad en la que entran en juego la velocidad y la fuerza”, asegura mientras el grupo se concentra en el monumento del Bosque, el punto de encuentro de muchos grupos de ciclistas y atletas.

“El ambiente que se ve y vive en el Bosque es muy agradable, uno se cruza casi siempre con las mismas personas”, comenta Irene Brites, maratonista y asidua visitante del paseo.

“Cuando arrancás te parece que te ahogas, que no te da el aire, pero al tiempo se hace algo adictivo”, asegura, por su parte, Carolina Dimarco, productora de seguros que participa de un grupo de entrenamiento que elige el Bosque como escenario para la actividad.

Muchos grupos en los gimnasios potencian el trabajo muscular y de estiramiento y los combinan con ejercicios de resistencia al aire libre mediante carrera o bicicleta.

Algo común a casi todos los deportistas que van a ese lugar es que coinciden en que poner el cuerpo en movimiento al aire libre es más fácil y entretenido que hacerlo en un espacio cerrado, aún para aquellos que se califican como “fiacas” para el deporte.

Además, caminar a paso acelerado, correr o ir en bicicleta son actividades gratuitas y al alcance de cualquiera y no se necesita demasiada infraestructura. Además de las tradicionales actividades aeróbicas como el running, el footing (como se le dice a la caminata ligera), el ciclismo, y algunas otras no tan tradicionales como los rollers o el kangoo jump (que hace unos años empezó a instalarse en la Ciudad), también los trabajos de musculación, más típicos del interior empiezan a ganar terreno en el paseo.

Si el entorno es motivador, no es menos importante hacerlo en grupo y sentir la compañía y el aliento de otros. Tuki Ferreira, calificado por sus compañeros atletas como uno de los mejores, es de los infaltables y los primeros en anotarse en carreras y maratones, “esto es lo más, lo pasamos muy bien”, afirma categórico.

Para Alberto Acera subirse a la bicicleta es hasta una cuestión química porque, según dice, “genera endorfinas”.

De acuerdo a distintos estudios científicos se ha comprobado que esas llamadas también “hormonas de la felicidad” aumentan en mayor nivel cuando se practican deportes al aire libre y en compañía.

Los profesores de educación física también agregan que correr en circuitos naturales y tener cambios de dirección, desniveles o variaciones de ritmo, favorece una mayor cantidad de músculos y tendones de las extremidades.

También señalan que es importante hacer ejercicios de precalentamiento y estiramiento para disfrutar de los ejercicios al aire libre sin ningún sobresalto.

El poder del sol

Los médicos también señalan como importante que se realicen chequeos generales antes de lanzarse a hacer un deporte, tener en cuenta las temperaturas elevadas de verano para no exigir el cuerpo de mas y estar adecuadamente hidratados.

Además aseguran que es importante aprovechar las horas de sol porque favorece la asimilación de la vitamina D y hay estudios recientes que indican que la exposición a rayos ultravioleta de individuos sanos consigue una reducción mantenida de la presión arterial.