Las cámaras, los teléfonos celulares y los testigos, claves para armar el rompecabezas

Los investigadores saben que la reconstrucción de los movimientos de Abel Campos los ayudará a encontrar a la mujer

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Abel Campos tenía 55 años, dos hijos -la mayor, de 21, estudia una carrera universitaria en La Plata- y estaba casado con una mujer radicada en el paraje rural de Tamangueyú, cerquita de Lobería.

El pasaba casi toda la semana en La Plata porque trabajaba en el Departamento de Veteranos de Malvinas que se creó en IOMA en el año 2000, al que se sumó desde el primer día. En ese edificio de la calle 46 entre 12 y 13 habría conocido a Gissella Solis hace unos 6 años, cuando ella vendía alhajas de plata a los empleados de la obra social.

La familia de la odontóloga asegura que la relación marchó bien hasta hace unos tres años, cuando la mujer supo de la “doble vida” de Abel. Desde entonces, dicen, el vínculo se mantuvo entre separaciones, ultimátums y reconciliaciones. “Ella le dedicaba a Abel todos los días miércoles”, recordó su hermana Mariela. En la reconstrucción de lo que pasó el miércoles 16 estaría la clave de esta historia compleja.

Se sabe que Campos estuvo en la casa de Gissella, en 127 entre 57 y 58, entre la noche del martes y la madrugada del miércoles. Algunas cámaras lo registraron cuando subió la Autopista por Villa Elisa en dirección a La Plata, bajó por diagonal 74 y por la 120 tomó hasta diagonal 115, que termina en 122 y 43. De ahí rumbeó hacia la casa de su novia. El mismo se lo reconoció a Mariela y una amiga de la odontóloga vio la camioneta Nissan X Terra amarilla estacionada en la vereda. A las 6.30 de la mañana fichó el ingreso a IOMA (es con huellas dactilares) y de allí -según su relato- volvió a la casa de Solis para terminar una discusión, pero ella no le abrió la puerta. Las cámaras no lo ubican en ese camino.

A las 11.45 de la mañana, una cámara municipal filmó a Campos en 13 y 45 y a las 12.37, en 1 y 50.

Un amigo de Abel declaró que alrededor de las 2 de la tarde lo vio en Guernica. Y se sigue rastreando en las cámaras de los alrededores para terminar de rearmar sus movimientos de aquel día.

El jueves 17, Campos llevó su camioneta a un taller y lavadero de Villa Elisa.

“Él venía cada dos meses a hacerle un service al vehículo, nos conocemos desde hace muchos años, porque somos Veteranos (de Malvinas) los dos, él estuvo en mi Regimiento y hablamos de otros temas”, contó el dueño de ese taller, Gustavo Luzzardo. Recordó que Abel lo “llamó para pedir un turno la semana anterior y vino el jueves (17), yo no la pude ver. Tenía un problema en el embrague y pidió una lata de aceite para un tractor que tiene en el campo. Dejó la camioneta y para nosotros es muy común que nos pidan que le lavemos el baúl”.

Luzzardo recordó haber visto a Campos “muy normal. Cuando se fue les dijo a los chicos que les iba a traer unos salamines”. Luzzardo conoció a Solis Calle porque “él (por Abel) me la recomendó una vez que tuve que hacerme un arreglo. Me pareció una profesional excelente. Su hermano también”, pero aclaró no estar al tanto de la relación entre ambos. Ese mismo jueves Campos viajó a su pueblo en colectivo y su esposa lo trajo de regreso el domingo, poco antes de que se matara.

 

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