“The New Colossus”: problemas universales bajo la mirada de Tim Robbins

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Nicolás Isasi

isasinick@gmail.com

La 12 ª edición del FIBA abrió a lo grande en el Anfiteatro del Parque Centenario con uno de los espectáculos más esperados del festival, “The New Colossus”, bajo la dirección del ganador del Oscar, Tim Robbins. Se trata de una obra fuerte, enérgica, con muchos sueños y muchos miedos. Plantea los problemas de doce refugiados que se comunican mediante miradas, gestos, dolor o sus propias necesidades con un ademán o una postura física, porque hablan en doce distintos idiomas durante toda la obra. A veces en simultáneo. Cualquiera diría que en medio de esa mezcla nadie podría entenderse, pero lo grandioso de la obra es que la persecución, la miseria, los sueños y la libertad son sentimientos de carácter universal y tanto espectadores como actores se transforman a partir del rito que sucede en escena.

Claro que la afluencia de público no hubiese sido igual de no ser que la obra está dirigida por Tim Robbins, actor de renombre que a lo largo de su carrera colaboró con directores como Spielberg, de Palma, o los hermanos Coen. Desde hace 36 años es el director artístico de The Actors Gang, una compañía que entiende el teatro como un agente de transformación social, capaz de generar un impacto en la comunidad, entre los más desposeídos, los reos y las personas en riesgo social. Durante el año realizan talleres de teatro para estudiantes y prisioneros de 12 cárceles de California.

“The New Colossus” fue creada durante el gobierno de Barack Obama, cuando la guerra civil en Siria desató un flujo migratorio que puso a prueba la solidaridad y empatía del resto del mundo. Hoy, en la era Trump y en un período en que muchas sociedades atraviesan temas como el racismo y la xenofobia, hablar de este asunto desde un punto de vista humano y sensible como lo hacen los actores resulta esencial para comprender estos temas. Quizás el único problema que presenta es el ritmo que decae en el medio de la obra, la parte ritual como un fogón de fin de curso donde recibimos un cimbronazo que pasa las acciones a cámara lenta. Pero una de las particularidades de esta obra, tiene que ver con el espacio tiempo que transcurre entre 1864 y la actualidad, a la vez que se cruzan los años de un momento a otro con cada uno de los personajes. Al fin de cuenta nos incita a cuestionar nuestra propia humanidad y, de paso, a preguntarnos quiénes somos. La obra tiene, sobre todo en el final, una carga emotiva muy fuerte, cuando se produce la gran revelación. Una vez terminada, aunque ya esté todo dicho con el espectáculo en sí, el mismo Robbins con los actores dialogan con el público presente sobre los antepasados y sus migraciones.

La obra lleva el nombre del soneto de la poetisa estadounidense Emma Lazarus titulado “The New Colossus” (El nuevo coloso) que se encuentra grabado en la placa de bronce que forma parte del pedestal de la Estatua de la Libertad en la ciudad de Nueva York. La placa de bronce no estaba cuando se inauguró la estatua, sino que se añadió en 1903 y todavía siguen vigentes sus últimos versos: “¡Dadme a vuestros rendidos, a vuestros pobres/Vuestras masas hacinadas anhelando respirar en libertad/El desamparado desecho de vuestras rebosantes playas/Enviadme a estos, los desamparados, sacudidos por las tempestades a mí/¡Yo elevo mi faro detrás de la puerta dorada!”.

 

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