Un formato que no da tiempo para exponer a fondo los temas que más preocupan

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Daniel Gómez

dgomez@eldia.com

Es cierto que el debate entre seis candidatos presidenciales es un paso importante en el andar democrático de un país, pero también es cierto que el estático formato consensuado por los protagonistas y sus equipos, que se vio el domingo por la noche en la televisión, no ayuda mucho a los electores para tomar una decisión a menos de dos semanas para entrar al cuarto oscuro.

En principio, el tiempo no alcanza para que los postulantes profundicen sobre los temas que más preocupan a la sociedad. Dos minutos realmente no dan para hablar, por ejemplo, de objetivos en educación o en salud, tal como ocurrió en los salones de la Universidad del Litoral.

Y menos de economía. ¿Cómo se hace para salir de la inflación que tanto castiga a los argentinos desde hace muchos años? ¿Cómo se baja el índice de la pobreza? ¿Cómo se reactiva el consumo? Son preguntas que no tuvieron respuestas concretas. Quizás con un margen de tiempo más acorde, algunos de los candidatos las hubiese dado.

De hecho, el debate que se armó, el primero de dos, no dio flexibilidad para tratar con más amplitud los grandes temas que inquietan, mientras se espera, al menos, escuchar posibles soluciones. Y por eso salieron frases-slogans y chicanas, más que propuestas en estas brevísimas exposiciones.

Más escaso fue el tiempo de réplica: 30 segundos y otros 30 para “redondear” la idea. Muy poco. Y sin cruces directos entre los candidatos, que sólo podían expresarse en su turno.

El postulante presidencial de Consenso Federal, Roberto Lavagna, fue uno de los que se sintió más incómodo y lo reconoció. Saltó a la luz esa postura; ni siquiera cuando le tocó hablar de economía, su especialidad, el ex ministro completó sus dos minutos pactados de exposición.

Faltaron más definiciones terminantes. Incluso, las más claras parecieron venir de los dos candidatos más independientes, sin un respaldo partidario fuerte. Juan José Gómez Centurión, con su firme postura anti aborto, y José Luis Espert, con su proyecto de achicar el Estado y de sacarle las obras sociales a los gremios.

En este esquema, también es polémico que se hayan elegido para coordinar el debate a conductores de noticieros de TV y no periodistas puros. En realidad, los primeros cumplieron con su función, que era dar paso a la palabra de cada postulante y cronometrar que no se pasen del tiempo estipulado. Los segundos, no podían haber preguntado.

Es una pena que se haya despertado tanta expectativa para tan poco contenido, a poco días de una elección presidencial. Se dice que el tiempo es tirano en televisión pero unos minutos más para profundizar los temas que le importan a la gente, no vendrían mal en el debate del próximo domingo. Los votantes, sobre todo los indecisos, lo agradecerán.

 

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