Disculpen las molestias

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Guillermina Gordoa

Lic. en psicología

“Disculpen las molestias, nos están asesinando” es una de las frases que circula con fuerza en diferentes redes cada vez que los cuestionamientos sobre tonos, modos y maneras recaen sobre las mujeres, identidades disidentes y los reclamos por vidas libres de violencia.

En lo que va de 2019 se cometieron 223 femicidio. Asesinatos a mujeres, por el solo hecho de serlo. Es decir, homicidios por motivos de género.

¿Es diferente la problemática de la violencia contra las mujeres en el contexto de las fuerzas policiales?

Las fuerzas de seguridad son esencialmente verticalistas con una cultura profundamente patriarcal y misógina que reproduce sistemáticamente todos los patrones de iniquidad.

Las situaciones de discriminación y violencia que sufren las mujeres policías en su cotidianeidad, son la mayor parte de las veces silenciadas, ocultadas y disfrazadas. No sólo aquellas que surgen en el ámbito laboral, sino también en sus ámbitos familiares.

Una joven policía, dijo en una capacitación que “las denuncias no avanzan porque es muy difícil ir en contra de un compañero o de un superior, o tu pareja porque está el estigma de adentro y el miedo”.

Las denuncias se archivan, se pierden. Las ausencias vinculadas a las situaciones de violencia se invisibilizan atrás de carpetas médicas. Quienes deben tomarlas son los mismos “compañeros” de quienes las vulneraron y los pactos entre varones, el machismo, son más fuertes que los derechos.

El miedo se articula en varias dimensiones: perder el trabajo, humillación, amenazas, hasta el miedo por la propia vida o la vida de hijos e hijas.

Cuando el agresor se desempeña en una fuerza policial, los factores de riesgo aumentan considerablemente, entre otras cosas, por la posesión de armas de fuego. ¿Quién se hace responsable de asegurar que el arma de propiedad estatal no agrave aún más el contexto de violencia cuándo ni siquiera las denuncias son encausadas?

Este año hubo al menos 2 femicidios cometidos por policías que, con prohibiciones judiciales de acercamiento, continuaban armados, sin restricción.

A pesar de los avances, el silencio sigue siendo muy difícil de romper. Seguimos escuchando voces que desestiman los reclamos de las mujeres, como si nada de esto pasara.

Disculpen si molestamos, nos están matando y aún tenemos el enorme desafío de desmontar los pactos machistas que garantizan la impunidad en todos los ámbitos de nuestras vidas.

 

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