Para el Millo, los días más felices siempre fueron gallardistas...

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Por NICOLÁS NARDINI

nnardini@eldia.com

Si algo le faltaba a Marcelo Gallardo para dispararse como el entrenador más preponderante de la historia de River con mucha distancia, anoche se terminó de consumar en la Bombonera. El Muñeco, aunque todo es materia opinable y, por consiguiente, tiene mucho de arbitrario, con el nuevo paso que dio el Millonario ante su eterno rival, se despegó de Angelito Labruna, mito riverplatense, y Ramón Díaz, los dos colegas del actual DT de Núñez que podrían hacerle sombra en esa galería de los más grandes cruzados por una banda roja en el pecho.

El Muñe volvió a ganar el duelo táctico. En la previa, se había impuesto en el dialéctico

 

Es que pocos meses atrás, Gallardo logró junto a su equipo, la victoria más significativa en la rica historia millonaria. Aquella gesta en el Santiago Bernabéu quedará por siempre como la más épica conquista de la institución. Será difícil que los dos colosos vuelvan a encontrarse en una final de Copa Libertadores. Pero el destino le regaló al xeneize la chance de un inmediato desquite (no puede hablarse de revancha, pues un cruce y otro no tienen la misma envergadura) en la máxima competición continental, en este caso en una instancia semifinal. Era para Boca la gran chance de redimirse, al menos de manera parcial, de aquella dolorosa derrota en tierra ibérica.

Una vez más el Xeneize tenía enfrente a su eterno rival, en un cruce mano a mano, en la Copa por excelencia de esta parte del mundo y en un duelo ida y vuelta -esta vez sí en la cancha de cada equipo- con los ojos del mundo posados sobre Núñez y La Boca.

Sin embargo Boca volvió a sucumbir ante el todopoderoso River de Gallardo. El Muñeco genera en Boca lo que otrora Carlos Bianchi producía en River. No son pocos los hinchas xeneizes que incluso lo reconocen por lo bajo y hacen votos para que aparezca una seductora oferta de algún grande de Europa que pueda quedarse con los servicios del DT de la banda, para ponerle fin al prolífico proceso de Gallardo en Núñez.

Sus más fanáticos admiradores, en un juego periodístico cargado de exageración, incluso han llegado a llamarlo el “Napoleón” del fútbol, en el afán de poner en valor su claridad estratégica en los momentos más determinantes de las competiciones más relevantes.

En la Copa pasada, la que terminó con la fiesta colosal del Bernabéu, no dudó en burlar la seguridad del Areno do Gremio cuando creyó que su arenga sería clave para sortear la brava parada ante el tricolor gaúcho. Su personalidad, su magnetismo y su capacidad para transmitir confianza, resultaron claves para avanzar en una plaza harto difícil.

Y la frutilla del postre fue la finalísima de Madrid, aquella que quedará por siempre en el corazón de la familia de River.

Pero faltaba más. Porque Gallardo se topó otra vez ante un gran desafío. No el más importante de su carrera: “ese fue el del Bernabéu”, lo chicaneó en la conferencia de prensa previa el Muñeco a Alfaro, quien sí había dicho que el de anoche “era el partido más importante de su vida”.

Gallardo agiganta su leyenda. Picó en punta en la carrera de grandes ídolos como DT

 

Gallardo le dio un repaso táctico al mediático DT boquense. Porque en la ida jugó en el Monumental con la determinación de quien se siente dueño de casa. Y anoche, en la vuelta, su equipo hizo lo que debía hacer: tirarle el problema y la responsabilidad a su rival, que nunca supo cómo ponerse el traje de protagonista.

Para los riverplatenses, los días más felices son gallardistas. El Muñeco, tras lo de anoche, agigantó su leyenda. Ya es un mito de la vida millonaria.

 

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