“Midsommar”: un final de terror para el amor

Ari Aster, el director de “Hereditary”, vuelve con otra película extraña e hipnótica que divide aguas entre los críticos

Edición Impresa

Una pareja está en crisis y decide hacer lo que no hay que hacer: estirar la agonía con un viaje en grupo. Y encima se van al otro lado del mundo, entusiasmados por una festividad sueca que les promete una experiencia única.

Pero toda fiesta patronal tiene su cara B y el solsticio de verano sueco, el “Midsommar”, no es una excepción, como descubren la joven Dani (Florence Pugh), su novio Christian (Jack Reynor) y el grupo de amigos de este. Pese a la cálida acogida inicial que les brinda el país nórdico, la fiesta pagana pronto se convierte en su peor pesadilla.

Esa es la premisa de “Midsommar”, la cinta de terror psicológico del director Ari Aster, que consiguió con su ópera prima, “Hereditary”, dividir al público y la crítica entre la alabanza absoluta y el insulto más grotesco.

Con “Midsommar”, que este año abrió el Festival Internacional de Cine Independiente de La Plata, retoma la intencionalidad de su primer filme: frustrar todas las ideas sobre el género de terror que el espectador pueda tener. Algunos dicen que la segunda película del director neoyorkino es muestra de que su ambición desmedida empantana a menudo la ejecución en sus películas, que quieren ser más de lo que son, juegos intelectuales de autosatisfacción autoral; otros señalan que la extrañeza de la mirada de Aster lo convierten en un autor, con sus altas y bajas, que se atreve a explorar nuevos caminos.

Al punto de que Aster no considera la cinta una película de terror, sino una película sobre una separación amorosa, atravesada por fantasías de empoderamiento y venganza, cultos y terror psicológico. De cualquier modo, es una cita imperdible para los seguidores del género.

 

Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE