Símbolo de una generación: murió Rafael Amor, trovador inconformista y comprometido

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El trovador argentino Rafael Amor, militante de la canción testimonial, radicado en España desde 1974 que alternaba sus estadías entre aquel país y su patria, falleció ayer a los 71 años en la ciudad de Lanús, provincia de Buenos Aires, por causas que no se dieron a conocer, y sus allegados informaron que sus restos serán sometidos a cremación.

Iconoclasta, agitador e inconformista, Amor fue uno de los más significativos trovadores de su generación: se erigió en un defensor de los derechos humanos en América latina y sus canciones fueron grabadas por intérpretes como José Larralde, Alberto Cortez, Facundo Cabral, Mercedes Sosa, Los Cuatro de Córdoba, Cantoral, Xavier Labandera y Los Sabandeños.

“Rafael Amor es la expresión temperamental y emotiva de un genuino juglar contemporáneo”, dijo en su momento el cantautor Julio Lacarra, destacando su importancia dentro de la música argentina.

El trovador, parte de una generación de folcloristas comprometidos, había nacido el 5 de noviembre de 1948 en el barrio de Belgrano, hijo del cantor Francisco Amor, famoso por haber actuado con la orquesta de Francisco Canaro, y de María Toraño, una artesana bordadora, lo que le permitió criarse en el seno de una familia creativa.

En 1966 conoció a Carlos Gándara, Nestor Vilardell y Edgardo Parrondo, con quienes formó el conjunto folclórico Los Norteños, con el que comenzó a recorrer las peñas de Buenos Aires y sus alrededores; cantó en festivales y se presentó junto a reconocidos cantantes, aunque en 1974 se mudó a Madrid, donde forjó el resto de su prolífica trayectoria.

Su primer disco registrado en España fue “No me llames extranjero”, nombre de la canción que se transformó en un himno de los emigrantes sudamericanos en la península, que en aquellos días de panorama político y social convulsionado por la dictadura llegaban de a miles buscando refugio.

Le siguió otra composición de protesta abierta, “Elegía a un tirano”: a la distancia, siempre comprometido con su pueblo, Amor continuaría acompañando la situación política que se vivía en Argentina grabando, por ejemplo, “La madre de Plaza de Mayo” en 1983.

Canción a canción, Amor se convirtió en un símbolo de su generación gracias a sus letras matizadas de humor y reclamos: entre su amplia obra se reconocen títulos como “Independencia”, “Corazón libre”, “Fuentealba” y “Olor a goma quemada”.

Recién en los 90 Amor volvió al país para presentarse en Argentina y en festivales del continente: desde entonces alternó sus residencia entre ambos países, Argentina y España.

 

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