Cuando cobrar la jubilación es un riesgo para la salud
Edición Impresa | 28 de Diciembre de 2019 | 03:16

Las filas interminables son una condena eterna para los jubilados de la Región. Cada vez que llega la fecha de cobro de haberes es la misma película: los adultos mayores deben padecer un destrato que lejos está de los estándares mínimos que una comunidad compresiva y solidaria debería dispensarles. Un indicador de una “ciudad amigable” es que en las oficinas de atención al público haya filas especiales para adultos mayores y asientos donde sentarse. En La Plata, en cambio, lo que se ve es a jubilados derritiéndose durante horas bajo el sol de diciembre. “Esperar mucho a ser atendido, por lo general es una situación incómoda, en la que la persona no puede ni sentarse. Eso produce bronca, y la bronca tiene que ver directamente con la salud. Las emociones negativas son siempre perjudiciales para la salud”, sintetizaba, en un artículo de este diario, la gerontóloga Silvia Gascón. La solución pasa por la gestión. Para ello -explicaba la profesional- debe orientarse “la gestión de los servicios hacia las personas, centrar la mirada en la gente en lugar de los réditos de las empresas, sean públicas o privadas”.
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