El vandalismo arrasó con los históricos buzones que quedaron en pie en la Ciudad

De la media docena que aún existe en los barrios platenses, sólo uno está en perfectas condiciones, el de la esquina de 1 y 36

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Testigos silenciosos de un tiempo en el que las cartas se escribían de puño y letra y viajaban por correo, los viejos buzones de hierro todavía resisten en seis esquinas de la Ciudad.

Como queriendo desafiar a Internet (que llegó a principios de los ‘90 para cambiar las comunicaciones para siempre) y contra la saña cada vez más presente de los vándalos, esas estafetas postales que desembarcaron de Europa en el siglo XIX y se instalaron desde la fundación de La Plata aún permanecen en pie en las calles 8 y 34, 6 y 50, 7 y 61, 16 y 47, 51 y 21 y 1 y 36. Aunque, hay que decir, continúan como pueden: a merced de los grafiteros, con sus colores rojos desvaídos, utilizados para colocar publicidades, cuando su destino no termina siendo otro que el de un basurero en el que, en lugar de cartas, se depositan toda clase de desechos.

Patrimonio cultural

Incluso, cuando a fines del año pasado hubo un necesario, pero infructuoso intento por garantizar su preservación: la declaración de patrimonio cultural de la provincia de Buenos Aires establecida en la ley 15.069 para rescatar a un bien, hoy en desuso, que fue “esencial en el sistema de correspondencia oficial y único del Correo Argentino hasta los años ‘90”. Pues, cada uno de los buzones “forma parte de la historia de la ciudad, y de los bonaerenses, y dado su desuso desde hace muchos años se han convertido actualmente en blanco del vandalismo y se encuentran en un estado de total descuido”, sostiene uno de los fundamentos de aquella normativa, que también destaca la importancia de valorar estos bienes, “que guardan de valor testimonial y son de esencial importancia para la historia de todos los bonaerenses”.

Sin embargo, la acción del tiempo y los vándalos siguen haciendo lo suyo sobre esas estructuras cilíndricas que tuvieron su momento de esplendor en las comunicaciones de la década del ‘40, cuando sumaban unos 2.300 en toda la Argentina.

Pintarrajeado

Por caso, el instalado en 8 y 34, fabricado como otros en los porteños Talleres del Fénix, sumó a su tradicional color rojo, una gruesa capa de pintura azul y otras tantas de blanco. También el descuido ganó al buzón de 51 y 21, que hoy luce grafiteado y parece tener asegurado su lamentable destino como cesto de basura.

No es más digna la situación para los que continúan emplazados en 7 y 61 y en 6 y 50, ambos obra de los talleres Vasena, hoy deslucidos bajo el tapiz de grafitis y cartelería publicitaria. También, el de 16 y 47, que salió de L. Sanz e Hijos, es blanco de frecuentes episodios vandálicos. Episodios que, en total, le han demandado a la Comuna local nada menos que 19 millones de pesos (ver aparte).

Hay, entre esas seis reliquias -las únicas en pie del mobiliario urbano del siglo pasado-, una que se muestra inalterable: la de 1 y 36, realizada en los talleres del Fénix, con base de adoquines y que todavía hoy mantiene su color rojo punzó sin ningún atisbo de abandono. Vale destacar al respecto que, mucho antes de la norma que junto a los demás lo declaró patrimonio cultural de los bonaerenses, fue el pedido de los vecinos el que alguna vez lo pudo salvar del descuido.

 

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