La noticia que nunca hubiéramos querido dar

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Por NICOLÁS NARDINI

nnardini@eldia.com

La confirmación de que el cuerpo hallado en la avioneta era el de Emiliano Sala fue un golpe directo al corazón de su familia, sus amigos y de la multitudinaria afición del Nantes francés que lo había adoptado como un hijo pródigo. Hasta el último segundo, aún sabiendo que técnicamente era imposible que el delantero se encontrara con vida, todos se abrazaban a una luz de esperanza confiando en el milagro casi imposible. Esa historia de superación del joven que se marchó siendo casi un niño desde su pequeño pueblo natal para triunfar en Francia y que lo había logrado tras luchar a capa y espada -incluidas tres cesiones al fútbol de ascenso galo hasta, por fin, afirmarse en la Ligue 1- no podía terminar tan mal.

El joven que se fue desde Progreso con su valija llena de ilusiones, había dado el gran paso de su vida deportiva. Llegaba a la Premier League por una cifra millonaria, pero antes de eso había sido rechazado tres veces en el Girondins de Burdeos hasta explotar como reconocido goleador. Era el sueño del pibe hecho realidad, pero todo acabó en una verdadera pesadilla. La historia perfecta tuvo el final más doloroso. Entre el ilusionante inicio y el fatídico final, hubo una trama llena de enigmas que ahora la justicia se encargará de investigar. Sólo una vez que se pongan blancos sobre negros y se sepa si la codicia de este fútbol mercantilizado tuvo o no algo que ver con ese viaje de una inusitada -e inexplicable- urgencia, su cuerpo descansará en paz.

Las muestras de afecto y consternación de aquellos que formaron parte de su vida, los que lo trataron en el día a día, son las que más valen, pues reflejan la calidad de persona de Sala, por encima de su status de esforzado goleador, capaz de sobreponerse a una espiral de sinsabores que a cualquier otro lo hubiera empujado a tirar la toalla. Hasta siempre, Emiliano.

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