Stop a los comentarios molestos

Dejar un trabajo suele ser un proceso difícil porque todo cambio nos moviliza. Pero cómo despedirse de los jefes y los compañeros es clave para mantener contactos y buenas referencias

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“¿Y, cuándo te recibís?”, “Ustedes están hace mucho de novios ¿No se van a casar ni tener hijos?”, “Ah, pero qué lindo que te queda eso” y mil frases más que parecen inocentes pero que a uno lo sacan de quicio.

Las respuestas a esos comentarios suelen ser secas y cortantes o se termina enredado la charla en largas justificaciones.

Y si bien tiene que ver con el humor que cada uno maneja a diario, también es cierto que a muchos les encanta opinar de la vida ajena sin que nadie les pregunte nada.

Algunos psicólogos afirman que, si se las analiza bien, estas preguntas suelen denotar interés en el otro. Es decir, visto de una forma positiva, dan a entender que el otro se preocupa por la vida de uno.

Sin embargo, muchas veces no solo hay que escuchar estas frases por parte de amigos y familiares. Incluso las personas que uno apenas conoce parecen estar dispuestas a brindar este tipo de consejos no pedidos o hacer comentarios personales.

Los expertos aconsejan no perder la calma, ya que se trata de reacciones humanas propias de las interacciones sociales. Y lo más común es sentir curiosidad por la vida de los otros, por cómo viven y qué hacen.

Claro que a veces estos comentarios no parten de la curiosidad sino del prejuicio. Cada sociedad tiene sus convenciones y cada persona tiene sus ideas acerca de lo que le gusta y lo que no. Cuando un otro hace algo que no encaja con sus convicciones, puede irritarse.

La gente suele tener problemas con las cosas a las que no está acostumbrada, porque esto la desestabiliza. Por eso, es posible que con este tipo de frases el otro exprese que algo le resulta inusual.

Luego, depende de cada persona si tomará estos comentarios como una señal de interés o maliciosidad. Una señal de que el otro cruzó un límite e hizo que uno se sintiera atacado es reaccionar con vehemencia. La otra reacción es sentirse sobrepasado y explicarse hasta el hartazgo.

Pero entonces, ¿cuál es la mejor forma de reaccionar a estas frases? Lo mejor es ser breve, reaccionar con poca emoción y en lo posible, con una sonrisa amable. Es decir, una actitud que transmita: “para mí las cosas están bien así”. O callar, no responder y cambiar de tema. Esto señaliza que no se quiere hablar del tema. También se puede apelar al humor y responder con una broma para luego cambiar de tema.

Pero claro, siempre están aquellos molestos a los que les encanta dar consejos y decir o preguntar siempre las mismas cosas. En esos casos, se puede ser un poco más drástico y decirle al otro que su preguntas lo irritan. Si la situación se repite, conviene elegir bien las palabras y hacer, por ejemplo, preguntas uno mismo. Eso lo saca a uno de la zona defensiva, porque quien pregunta lidera y hace que el eje de la conversación no verse sobre la propia vida.

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