Una banda entró en un convento, ató a ocho religiosos y robó por “hambre”

Es el cuarto atraco que sufre en 5 meses la congregación de seminaristas de 60 y 173. Esta vez actuaron 4 ladrones. Tenían escopetas, revólveres, y se repartieron los roles. Se llevaron $8 mil, computadoras y celulares

Edición Impresa

Eran las 20.30 del domingo cuando en un convento de Los Hornos cinco seminaristas terminaban de cenar junto a dos sacerdotes y dos religiosas. De repente, dos encapuchados irrumpieron en la cocina de la casona del vocacionario de la Iglesia Católica “Padres Vocacionistas”, en 60 y 173, quebrando la monotonía con una escopeta y un revólver. Ocho de las nueve víctimas terminaron atadas. A la restante la usaron para que los “guiara” por los distintos ambientes.

No estaban solos. Un cómplice se quedó en el enorme parque, mientras otro los aguardaba en un auto que estacionaron en la puerta. Los tres que accedieron al predio del convento tras romper parte de un alambrado perimetral de la calle 173, vestían ropa negra y tenían guantes de trabajo.

Influenciados quizás por las caras de susto, “los dos que entraron en la casa nos decían que no nos iban a hacer nada si cooperábamos con ellos”, contó el padre superior a cargo del lugar, Emiliano Pieran (34). Pero más allá de que “una de las hermanas y yo les hablamos para tranquilizarlos, igual nos ataron de pies y manos en el piso a todos, menos a una de las dos hermanas”.

Aunque los religiosos no pudieron ver los rostros de los delincuentes, calcularon sus edades por las voces: “El jefe del grupo aparentaba tener unos 45 años”, estimó Pieran, mientras que “el otro tendría algo más de 30 años”.

“ROBAMOS PARA COMER”

El sacerdote responsable de la congregación reveló después que el ladrón que se quedó custodiando al grupo mientras otro revisaba las habitaciones fue increpado verbalmente por una de las hermanas: “Le preguntó si no le daba vergüenza robar a personas religiosas”, contó el padre superior, pero la respuesta del asaltante no se hizo esperar, en un intento de justificación.

“Robamos para comer, por hambre, por la difícil situación económica que hay en el país”, argumentó este sujeto que, según las víctimas, “era el más tranquilo y hasta apuró la fuga”.

Con todo, el grupo de delincuentes estuvo dos horas en el lugar. “Además de atarnos de pies y manos con jirones de sábanas que rompieron, nos pedían dólares y se demoraron varios minutos porque no consiguieron las llaves de algunas de las habitaciones” -siguió Pieran- antes de destacar que “se tomaron su tiempo para revisar todo. Hasta se pusieron a comer galletitas y tomar agua, porque en la heladera no había comida”, acotó.

Más allá de los 8.000 pesos que supuestamente se llevaron jaqueados por el “hambre”, los intrusos escaparon con computadoras y celulares.

No es la primera vez que el convento es escenario de un robo y los encargados están convencidos de que la banda del último fin de semana es la misma que los asaltó el mes pasado, “en una de las pocas veces que no estábamos en la congregación”. Razones no les faltan: “Uno tenía la mochila que ese día le robaron a un seminarista”.

Sobre ese escruche en el Vocacionario, detalló el sacerdote que “entraron tras romper el alambrado externo y forzar ventanas para meterse en las habitaciones. Robaron 70.000 pesos de la parroquia San Juan de la Cruz, que está en 65 y 165 y que pertenece a esta congregación, además de 20.000 pesos y dinero de los seminaristas”.

Según Pieran, es el cuarto robo que sufren desde octubre pasado. “En los dos primeros se llevaron vacas, caballos, gallinas, un tractor y herramientas de un galpón”, detalló, además de anticipar que tienen previsto reunirse con el comisario de Los Hornos para transmitirle su preocupación.

Ellos, claro, no son una isla, y padecen lo mismo que los vecinos de la zona. “A una familia de nacionalidad boliviana que vive enfrente (del vocacionario) les robaron varias veces y hasta les mataron perros”, mientras que en otra vivienda entraron a robar tumbándoles la puerta a patadas.

El antecedente de las perlas

Hace poco más de un mes, delincuentes ingresaron en la Casa de Encuentro y Retiro Ceferino Namuncurá, en 44 y 163, sin levantar sospechas y escaparon con un variado botín. Además de un cáliz y comida, sustrajeron perlas que las hermanas había traído desde la República de Filipinas, país del sudeste asiático famoso por sus granjas de ostras.

 

 

Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE