El imparable crecimiento de la venta ambulante
Edición Impresa | 31 de Marzo de 2019 | 04:58

Una vez más las entidades que nuclean a comerciantes de la Ciudad, en este caso las del Centro Comercial Calle 8, 9 y Adyacencias, volvieron a expresar su inquietud por lo que califican como crecimiento descontrolado de la venta ambulante y pusieron de relieve que en el microcentro casi no quedan cuadras en que las veredas no se vean tapizadas por las mantas con mercaderías de toda índole.
La venta informal suma rubros y se expande por más zonas del casco urbano. En el últimoaño la oferta callejera creció 140 por ciento y tal como se detalló varias veces, la apuesta comunal para ponerle freno a semejante desborde es la habilitación de un predio ferial en 80 y 134 de dos hectáreas, que podrá albergar a unos 800 vendedores, que se dilató hacia las próximas semanas.
Muchos comerciantes aseguran que los controles municipales para erradicar una actividad prohibida por ordenanza, literalmente han desaparecido. Si a lo largo de 2018 los intentos por ponerle freno fueron esporádicos -y poco efectivos, este año, al decir de los titulares de distintos tipos de comercios, directamente “brillan por su ausencia”.
En la Municipalidad, en cambio, aseguran que continúa el despliegue de operativos contra la venta ambulante, a la vez que se instó a los vendedores a anotarse en el registro oficial, donde ya son 450 los manteros que se afincarían en el predio.
La Plata hace varios años que figura al tope de las ciudades que, como las de Buenos Aires, Lomas de Zamora, La Matanza y Florencio Varela, registran mayores niveles de comercialización callejera. Un dato no menor, con creciente incidencia en los últimos meses, indica que la expansión de la venta callejera en la Ciudad se irradió al compás de la crítica coyuntura económica. Sin embargo, estos datos de la realidad no debieran traducirse en la falta de ánimo por parte de las autoridades para seguir combatiendo sin desmayo a la venta informal, que agrava la crisis general, perjudica a los comerciantes instalados, los somete a una competencia desleal y, a la vez, permite que organizaciones mafiosas exploten impunemente la necesidad de trabajar de mucha gente.
Debe insistirse, además, que no sólo debe actuar la Municipalidad. Está claro que las transgresiones de la venta ambulante interesan también, y muy profundamente, a las administraciones provincial y nacional, cuyos organismos pertinentes debieran sumarse a la batalla cotidiana que debe darse contra una actividad que es ilegal y se caracteriza por una serie de negativas connotaciones sociales. Son otros, además, los organismos del Estado que deben actuar con celeridad para resolver las penosas circunstancias socioeconómicas en las que se encuentran muchas personas, obligadas a desarrollar actividades informales para atender sus necesidades básicas.
Es de esperar que las autoridades concentren su atención y los mayores esfuerzos para disminuir a su mínima expresión al verdadero flagelo social en que se ha convertido la venta ambulante. Cerrar los ojos ante esa presencia, suponer que constituye un fenómeno espontáneo e imposible de combatir, sólo agravará el problema y volverá cada vez más complejas las fórmulas para erradicarla.
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