Mariano Cohn: “La inseguridad se debate sin solución porque hay un doble discurso”

El cineasta responsable junto a Gastón Duprat de “El hombre de al lado” y “El ciudadano ilustre” firma en solitario “4x4”, retrato del “estado actual de miedo y hostilidad” que llega el jueves a los cines

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Por PEDRO GARAY

pgaray@eldia.com

Una lujosa 4x4 está estacionada en la vereda en un barrio como tantos de Buenos Aires. Un chico entra en ella para robar. Pero cuando quiere salir, no puede. Las puertas no responden, los vidrios tampoco: la 4x4 es un búnker blindado. Sonorizado. Polarizado. Está encerrado, y alguien, desde afuera tiene el control del vehículo...

Esta es la premisa de “4x4”, la nueva cinta de Mariano Cohn, responsable a medias de las galardonadas “El hombre de al lado” y “El ciudadano ilustre”, que rodó junto a Gastón Duprat. Una dupla que desde “Mi obra maestra” comenzó a turnarse, uno en la dirección y el otro en la producción: éste era el proyecto de Cohn, que quería correrse de la zona de confort y volcarse al cine de género, como “un desafío, para mover el avispero”.

“Yo no soy cineasta con diploma”, se ríe Cohn, así que su campo de aprendizaje es el cine mismo: el cineasta rodó “4x4” para aprender, ya que “poder llevar adelante este tipo de películas que requiere cierta técnica que yo no conocía: está muy por encima de mi umbral técnico, es una película hecha en equipo”.

Así, Cohn sumó al proyecto al premiado director de fotografía que es Kiko de la Rica (habitual colaborador de Alex de la Iglesia y responsable también de “Lucía y el sexo”, entre más de cuarenta películas) para afrontar el desafío de rodar una película entera en el interior de una camioneta, y trabajó también con los premiados montajistas David Gallard y Elena Ruiz, con Oriol Tarragó encargado del diseño de sonido (trabajó en “Jurassic World” con Bayona) y, sorpresa, convocó a Dante Spinetta para construir “una banda sonora urbana y con potencia”.

Todo acontece en una esquina cualquiera de Buenos Aires, aunque la cinta fue grabada completamente en estudio, para tener control absoluto de la situación (y, de paso, colgar un póster gigante de “El hombre de al lado 2”, secuela del clásico rodado en La Plata que se viene): la primera parte del filme es un furioso “one man show” de Peter Lanzani, el ladrón atrapado en la 4x4 y el único personaje en pantalla, que interactúa con su captor a través de esporádicas conversaciones telefónicas mientras aumenta su deterioro por falta de comida, agua y sangre (el filme fue rodado en forma cronológica para retratar mejor esa descomposición); en la segunda parte entra en escena el personaje de Dady Brieva, quien cierra el filme con un “duelo actoral” con el negociador de la Policía que interpreta Luis Brandoni.

“Después del primer día de rodaje me di cuenta que es el mejor actor de su generación, toda la película está apoyada sobre él y es un trabajo físico de gran desgaste”, dice el director de Lanzani, mientras que con Dady “el desafío era generar empatía para un personaje políticamente muy incorrecto”, un oscuro hombre que toma la justicia en sus propias manos y tortura a su presa.

Pero la película nunca construye un villano unidimensional: Dady es un médico de clase media, harto, pero “lleno de facetas, que por momentos da miedo y por otros puede ser muy humano, hasta paternal”.

Y en ese sentido, dice el cineasta, “la película es compleja y ambigua como la realidad, por eso requiere de esta necesidad de darle sentido, de reinterpretarla, de tomar posición”. Porque además del thriller “con un personaje sometido a una situación extrema, un retrato sobre la supervivencia humana”, el filme tiene también otra faceta: es una película que, alimentada por “varios hechos reales que suceden en la vida cotidiana”, crea un caso testigo para poner en escena los debates, discursos e hipocresías en torno a la inseguridad.

RETRATO DE LA INSEGURIDAD

“Intenté retratar una situación actual, que no se ha puesto en debate hasta el momento en el cine argentino, poner en evidencia un estado actual de violencia, hostilidad, de miedo y de inseguridad que provoca este tipo de reacciones”, cuenta Cohn en diálogo con EL DIA. Y agrega: “Es un tema que tenemos naturalizado, convivimos con eso sin darnos cuenta y se debate sin ninguna solución desde hace tiempo porque hay un doble discurso: lo que uno dice no es lo que uno piensa sobre el tema”.

“Intenté retratar una situación actual. Poner en evidencia un estado actual de violencia, hostilidad, de miedo y de inseguridad”

Mariano Cohn
Cineasta

 

De hecho, sus criaturas, “fuera del sistema, dispuestos a matar o morir”, polarizan las opiniones de los vecinos: una versión cruenta (pero posible) de las grietas cotidianas. “Quise armar una fotografía de la situación actual, retratando los diferentes puntos de vista: el ladrón, el justiciero de clase media, los vecinos con toda su paleta de opiniones y discursos, la Policía”, analiza el cineasta.

Acostumbrado a generar polémicas y a descolocar a los espectadores, a sacarlos de su zona de confort y sus opiniones establecidas, Cohn no se conforma con exponer diferentes puntos de vista, sino que provoca empatía con varios personajes de opiniones polares. “El espectador va cambiando de posición mientras va mirando”, afirma.

La búsqueda era, de ese modo, “poner en debate algo que está cristalizado”, lo cual, claro, obliga al espectador a rever sus propias ideas, generando la habitual incomodidad marca Cohn/Duprat: “Ya lo hice en mis obras anteriores. Son todas películas que requieren de cierto trabajo del espectador: lo sacuden y le piden que tomen posición sobre dilemas morales. Como director no me gusta ser determinante, me gusta sacudir al espectador y que después de ver la película tenga que tomar posición, eso termina de darle significado a la obra”.

Pero como “todo este tema sociológico que estamos hablando, retratado de manera fría o expositiva seria un embole, no lo podría ver nadie”, se ríe Cohn, “la película utiliza los elementos del thriller para contar esta realidad”: es una película sumamente física, con los efectos de sonido al frente para hacer bien explícito el sufrimiento del cuerpo de ese victimario vuelto víctima, el ladrón de Lanzani de repente torturado en una camioneta. Una cinta “muy sensorial”, hecha “para que el espectador esté atento, atrapado, hasta el final”.

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