A un paso del objetivo fracasó la misión israelí a la Luna

El motor de la sonda se apagó poco antes del descenso y la nave chocó contra la superficie del satélite. “Lo intentaremos de nuevo”, dijo el primer ministro Netanyahu

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Una sonda espacial israelí perdió contacto con la Tierra y se estrelló ayer poco antes de descender sobre la Luna, fracasando en su ambicioso intento de pasar a la historia como la primera misión lunar de financiamiento privado.

La nave perdió la comunicación con la sala de control en tierra cuando efectuaba su descenso hacia la Luna y tras enviar una primera foto en la que se veía que estaba muy cerca de la superficie lunar y que llenó a todos de entusiasmo. Momentos después, la misión fue declarada un fracaso.

“Definitivamente nos estrellamos en la superficie de la Luna”, declaró Opher Doron, director general de la división espacial de Industrias Aeroespaciales de Israel. Afirmó que la sonda se hizo pedazos, que se esparcieron en el sitio planeado del descenso.

Por su parte, el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, anunció que lo volverán a intentar: Si no lo logras la primera vez, lo intentas de nuevo”, dijo y agregó que el próximo intento será en alrededor de dos años.

“El motor se apagó”

Doron, por su parte, señaló que el motor de la sonda se apagó poco antes del descenso. Cuando se restableció la potencia, la gran velocidad impidió a la nave posarse a salvo en la superficie, agregó. Los científicos continuaban intentando dilucidar las causas del fracaso.

“Falló una de las unidades que medía la inercia. Esto causó una desafortunada cadena de eventos de los que no tenemos certeza”, afirmó. “El motor se apagó. El motor se paró y la sonda se estrelló. Es todo lo que sabemos”.

El incidente ocurrió ante un numeroso auditorio que incluyó al primer ministro y fue televisado en vivo.

La pequeña sonda robótica, construida por SpaceIL, un grupo sin fines de lucro, y la paraestatal Industrias Aeroespaciales, había generado expectativa de que igualaría la hazaña lograda sólo por las agencias nacionales espaciales de tres países: Estados Unidos, Rusia y China.

La aeronave no tripulada, de 585 kilos de peso y 1,5 metros, que costó alrededor de 100 millones de dólares, inició un proceso calificado por los ingenieros de la IAI como “un camino de no retorno” cuando perdió su motor principal, se encaminó hacia un descenso incontrolado y no consiguió aterrizar.

Los ingenieros de la IAI, que controlaban y contemplaban el proceso de desde su base en Yehud, comunicaron que la operación había fracasado, ante un público expectante.

 

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