Los palos y la falta de puntería le jugaron a Camba una mala pasada

Perdió sin merecerlo ante Real Pilar, en Ensenada. No tuvo contundencia y encima, desperdició un penal en el complemento

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Por LEANDRO DUBA

lduba@eldia.com

Defensores de Cambaceres no mereció quedarse con las manos vacías. Porque fue el que siempre buscó, el que propuso algo diferente y el que realizó todo el gasto, sobre todo en la parte complementaria, cuando pasó a estar en desventaja en el marcador. El Rojo hizo un partido muy bueno, donde mezcló el equilibrio táctico y la “desfachatez” para encarar y generar espacios. Y en ese sentido, se destacó el trabajo de Tomás Grisolía, bien abierto por derecha, que fue importante en cada ataque de su equipo. También fue importante el desempeño de Mariano Romero, un “todoterreno” por la derecha, el del pibe Agustín Durán en la mitad de la cancha, y de Mauro Dubini, que con su andar incansable, llevó a cabo el trabajo de hormiga, es es decir, presionar la salida del rival, y correr al rival cuando se hacía de la pelota.

Después del tempranero gol de Fabián Maidana (una avivada en el área), el equipo manejó la pelota, ante un Real Pilar bien estructurado, que tuvo Emiliano Trovento, como uno de los “abanderados”, al igual que el paraguayo Chimelli.

Pero en solo un puñado de minutos, todo lo bueno que había realizado el Rojo se desmoronó con dos errores. La primera, con una entrega hacia atrás a Sergio Melli, que en lugar de despejarla lejos, la tomó la pelota con las manos generando un tiro libre indirecto en el borde del área chica. De esa jugada, llegaría la ley del ex (gol de Franco Maraia, que no celebró). Y diez minutos después, un “quedo” en la defensa, generó que Chimeli burlara la posición adelantada y fusilara a Melli.

EL ROJO FUE CON TODO

En la segunda parte, Cambaceres puso toda la carne en el asador. Adelantó las líneas, encontró más espacios, y logró acorralar a Real Pilar, que respondió de contra.

Grisolía, por derecha, fabricó un claro penal que desperdició Fabián Maidana (se lo atajó el arquero Tomás Sultani); después, vendrían un cabezazo en el travesaño de Catalano y un zurdazo del pibe Squié, entrando por izquierda. Camba merecía al menos el empate, pero la suerte le fue esquiva. No estuvo preciso en el momento de la definición, y eso lo sintió. La derrota lo deja dolorido, pero por cómo se desempeñó el equipo en la parte final, se fue convencido de que hizo lo necesario para llevarse al menos un punto.

 

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