Doris Day, la diva alegre de la época dorada de Hollywood, dijo adiós a los 97 años
Edición Impresa | 14 de Mayo de 2019 | 02:59

Se nos fue Doris Day: fallecida ayer en California a los 97 años, permanecerá en el recuerdo sobre todo por “Que será, será”, un éxito mundial que le permitió juntar las dos grandes facetas de su carrera: la canción y el cine.
La estadounidense tenía 34 años en 1956, cuando Alfred Hitchcock le dio el conmovedor papel de una madre cuyo hijo es secuestrado por espías en su clásico “El hombre que sabía demasiado”. Junto con James Stewart, Doris Day tuvo un papel a su medida: el de una cantante célebre que interpreta “Que será, será” para decirle a su hijo que pronto llegará la liberación. La canción, compuesta por Jay Livingston y Ray Evans, logró el Oscar a la mejor canción original.
Day no ganó sin embargo ningún Oscar, a pesar de actuar en unas 40 películas y de lograr la admiración del público. Su aspecto de vecina simpática, alegre y sin problemas no sedujo a la crítica y tuvo que conformarse con un Grammy por su carrera de cantante, durante la que grabó 650 títulos y una veintena de álbumes.
Para la crítica de cine Molly Haskell, Day, que hechizó por décadas los corazones de un país con su voz de ensueño y su apariencia angelical, era “la actriz más subestimada, la menos reconocida, que jamás pasó por Hollywood”.
Day formaría una pareja de época con Rock Hudson en “Pillow Talk”, “Lover Come Back” y “Send Me No Flowers”, comedias que se convirtieron en un género en sí mismo, además de ser protagonista de cintas con Cary Grant, James Stewart y Frank Sinatra, entre otros galanes de los años dorados de Hollywood: fue una de las mayores estrellas del cine de los 50 y los 60 y, aún hoy día, es considerada una de las actrices con más gancho en taquilla de todos los tiempos.
A LA GLORIA NO SE LLEGA POR UN CAMINO DE ROSAS
En lo personal, la vida no fue un camino de rosas para Doris Mary, nacida como Mary Ann Von Kappelhoff el 3 de abril de 1922 en Cincinnati (Ohio), en una familia de origen alemana.
Sus padres se divorciaron cuando tenía 13 años y ella acabó viviendo con una madre que la impulsó a subir a los escenarios. Pero tras un grave accidente de coche, tuvo que abandonar el baile para dedicarse al canto.
Su carrera comenzó a principios de los años 1940. Doris Day cantó entonces para la “big band” de Les Brown, con el que interpretó “Sentimental journey”, futuro himno del regreso de los soldados a casa tras la victoria en la Segunda Guerra Mundial en 1945.
Por aquel entonces, la joven ya se había divorciado de un primer marido, violento, acabando así con el primero de sus cuatro matrimonios. Day rodó en 1948 su primera película, “Romance en alta mar”, a la que siguieron cintas como “Las calamidades de Jane” (1953) o “Ámame o déjame” (1955).
Doris Day se destacó sobre todo en comedias románticas como “Problemas de alcoba” (1959), que rodó junto con Cary Grant y Rock Hudson. En 1968, Day protagonizó su última película. “El novio de mamá”): al ver que el cine se iba tornando más sexual, ya se había volcó a la televisión para recuperar sus finanzas. “The Doris Day Show” tuvo un éxito moderado mientras se emitió por la cadena CBS de 1966 a 1973.
Su desilusión creció en la década de 1960 cuando descubrió que las malas inversiones de su tercer esposo, Martin Melcher, la dejaron con una gran deuda tras su muerte en 1969.
Se había casado con Melcher, quien trabajaba en la oficina de su agente, en 1951. Éste se volvió su manager, y el hijo de Day adoptó su apellido: en su autobiografía, Day recordó que su hijo, Terry Melcher, le dijo que habían desaparecido 20 millones de dólares que la actriz había ganado y que debía unos 450.000 dólares, mayormente en impuestos. En 1974, ganó un fallo de 22,8 millones de dólares contra Jerome B. Rosenthal, su abogado y socio de negocios, por mal manejar sus bienes y los de Melcher. De aquella crisis, la ayudó a salir Clint Eastwood, según se cotillea en Hollywood. El actor y director intentó sacarla del retiro en 2015, pero sin éxito.
Lo cierto es que para entonces, cerca de los 70, Hollywood había cambiado: Day quiso defender su imagen de estadounidense amable, rechazando en 1967 la posibilidad de encarnar a la señora Robinson en “El graduado”, al considerar demasiado atrevido el papel de esa madre que quiere seducir a un joven e inocente Dustin Hoffman, y se fue alejando paulatinamente del medio.
“Me gusta ser alegre. Me gusta divertirme en un rodaje. Me gusta vestir ropa bonita y estar guapa. Me gusta sonreír y que la gente ría. Eso es todo lo que quiero”, dijo en una entrevista.
La artista pasó las últimas décadas de su vida lejos de Hollywood y cerca de los animales. En 2016, por su cumpleaños, esa vegetariana explicó a la revista Closer que le gustaba pasear con sus perros, y llegó a regentear un hotel para mascotas en Carmel, donde era vecina de Eastwood: sumado a que cambió las habituales indulgencias de Hollywood, el alcohol y las drogas, por los helados y las bebidas dulces (llegó a tener en su casa de Hollywood una barra de gaseosas a disposición), Day terminó encarnando la imagen inocente que enamoró al gran público desde la pantalla.
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