Elecciones europeas no mueven la aguja

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Madrid

Por: Catalina Guerrero

EFE

Cuarenta años después de las primeras elecciones europeas la principal preocupación ahora, además del extremismo, es la abstención. Lo que explica que se hayan multiplicado los llamamientos al voto y las campañas mediáticas, especialmente en redes, para tratar de movilizar a los jóvenes.

PARTICIPACIÓN DECRECIENTE

Constante desde 1979 a 2014, cita tras cita electoral, la caída de la participación en las europeas es la tendencia mayoritaria.

Habrá que ver si se mantiene en las elecciones de este año, las más importantes en la historia del Parlamento Europeo (PE) por el contexto político, la prevista salida del Reino Unido y los desafíos que afronta la Unión dentro y fuera de sus fronteras.

La incógnita ahora es si esa sensación de excepcionalidad y urgencia conseguirá revertir esa tendencia constante a la baja que hace cinco años, es verdad, en las anteriores elecciones, se invirtió levemente al registrase un tímido repunte del 0,09 por ciento en la participación y situarse en el 43,09 %, pero muy lejos del 61,99 % registrado en 1979 cuando votaron por primera vez los nueve países fundadores, frente a los Veintiocho actuales.

Una tendencia inversamente proporcional al aumento del censo electoral que ha ido en alza constante, con un pico de fuerte subida tras la ampliación de la Unión Europea al Este hace ahora 15 años.

Cerca de 185 millones de electores europeos estaban llamados a las urnas en 1979 frente a 375 millones en 2009, cifra que en 2014 se elevó a 394 millones y que para estas de 2019 son exactamente 419.233.688 los llamados a las urnas, según datos del PE, que en su último Eurobarómetro apunta a que, nada más y nada menos, cien millones de ellos aún están indecisos.

Resulta paradójico el nivel tan alto de desinterés teniendo en cuenta que es el único momento en que los ciudadanos europeos pueden elegir directamente a sus representantes. Y no deja de ser curioso también que la abstención haya ido creciendo al mismo tiempo que el Parlamento ha ido conquistando y aumentando sus poderes, hasta ser un auténtico colegislador.

Reino Unido y Holanda comenzarán el jueves a votar en unas elecciones en las que 28 países de la Unión Europea (UE) eligen a lo largo de la semana -la mayoría lo hará el domingo- a sus representantes para los próximos cinco años en la Eurocámara.

Esta es la octava vez que los europeos están llamados a las urnas en unos comicios en los que más allá de cómo se reparten los 751 escaños de la Eurocámara inquieta muchísimo la abstención, ya que tradicionalmente favorece a populismos y extremismos.

Según las proyecciones del PE para la novena legislatura, el próximo hemiciclo estará más fragmentado que nunca y las fuerzas euroescépticas de diferente signo pueden obtener más de 150 escaños.

Conscientes de las fuerzas que dentro y fuera de la UE tratan de erosionar, trabar o acabar con el proyecto de unión, Bruselas y la mayoría de capitales europeas han multiplicado los llamamientos a la participación en unas elecciones, cuya trascendencia escapa a la mayoría de ciudadanos europeos pese a que más del 70% de la legislación que afecta a sus vidas emana de Bruselas.

 

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