A pie y armado protagonizó sendos asaltos violentos en dos comercios de El Mondongo
Edición Impresa | 7 de Mayo de 2019 | 02:36

El domingo a la mañana, a Jésica se quedó sola en la panadería “Le Coquette”, de diagonal 79 y 64, una situación que no suele ocurrir. Eran las 9.45 y el dueño del comercio había salido hacía 15 minutos a realizar un reparto de mercadería.
Afuera, parada en la puerta, que se abre con un portero eléctrico accionado por el vendedor de turno, esperaba una mujer con un chango de compras.
Jésica, que estaba trabajando desde hacía una hora, presionó el botón y la vio entrar. Detrás de ella apareció un hombre de unos 35 años que ingresó también. La cliente compró un poco de pan y se retiró.
Era el turno del sujeto. Alzó la mano y con una sonrisa dibujada en el rostro le mostró una serie de billetes, pero comenzó a dudar sobre qué pedir.
“Dame una factura. Esta no, aquella. No, mejor ésta...¿cuánto sale?”, consultaba con una sonrisa. Mientras tanto, con una bolsa de papel y las pinzas en la mano, la mujer recorría el largo del mostrador sin sospechar nada de lo que ocurriría después.
Es que, cuando se agachó a buscar una de las confituras indicadas por el supuesto comprador, alguien la tomó con fuerza del pelo. Un segundo después, sintió el frío del metal sobre la sien y una voz que le ordenó: “ahora te quedás calladita y me das todo lo que tenés”.
Sin oponer ningún tipo de resistencia, Jésica intentó levantar la cabeza para abrir la caja registradora y entregar el poco dinero que había. La presión que efectuaba el ladrón con el cañón de una 9 mm en su cabeza le dificultaba el movimiento.
Desde el cajón de una mesa ubicada en la parte trasera del negocio sonó un celular. El asaltante miró a los ojos a la empleada y le exigió que se lo entregue. Por única vez, la víctima se negó y en respuesta recibió una advertencia clara: “Es tu vida o el teléfono”.
En el lapso que duró el robo -no más de 10 minutos-, el delincuente no dejó de apuntar a la comerciante y tampoco la soltó, ni siquiera cuando rodeó la repisa para sustraer el celular. Todo ese tiempo la arrastró del cabello. No tocó la mercadería que estaba en los exhibidores ni otro objeto de valor. Según le contó la mujer a este diario, escapó por calle 64 hacia 119 con cerca de 700 pesos y el móvil.
“METETE ADENTRO PORQUE TE TIRO”
Ayer, un tanto más calmada tras el violento episodio que debió afrontar, Jésica explicó que no gritó ni se rebeló en ningún momento. Intentó hacerlo cuando el sujeto huyó, pero él estaba preparado. Ni bien la vio salir de la panadería, se dio vuelta y apuntó la pistola hacia ella. Luego le dijo “metete adentro porque te tiro”.
“Acá estoy sola atendiendo, pero en general está el dueño, el panadero o alguien más atrás”, manifestó la damnificada. El ladrón tuvo suerte u observó la salida del propietario.
Por otra parte, conforme aseveró la víctima, el mismo individuo atracó una confitería de 2 y 59.
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