Planificar las obras para evitar cortes de calles prolongados

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La ostensible necesidad de que se realicen obras públicas -en particular las que se refieren a tareas de repavimentación de avenidas y calles neurálgicas de la Ciudad- no debiera traducirse en prolongados cortes, desvíos y otras consecuencias negativas para el tránsito urbano. Tal como se ha dicho ya para ocasiones similares, la experiencia técnica aquilatada y los ejemplos existentes en otros países enseñan que la mayoría de esos emprendimientos puede desarrollarse sin que se conviertan en un prolongado trastorno para el desplazamiento de personas y vehículos.

De acuerdo a lo que se informó desde la Comuna, a partir de hoy se llevarán adelante tareas de repavimentación en tres sectores críticos del casco urbano: en un tramo perimetral de la plaza Alsina; en avenida 38 entre calle 2 y Avenida 13; y en Diagonal 74, entre Boulevard 83 y la calle 115. Se habla, entre otras características, de uno de los dos principales conos de ingreso y egreso de la Autopista.

Los trabajos demandarán la realización de cortes vehiculares -en algunas cuadras se prologarán hasta un mes- y repercutirán también en el transporte público, ya que algunos ramales de micros deberán modificar sus recorridos mientras duren los trabajos. Cabe señalar que en la nota publicada ayer en este diario se detallaron los nuevos recorridos provisorios por los que circularán las líneas de ómnibus.

Como contexto general corresponde poner de relieve que se viene incrementando en la Ciudad un criterio permisivo para el corte de calles para, inclusive, la realización de obras particulares, sin olvidar a las cuadrillas que realizan trabajos de poda e impiden toda circulación, en situaciones que se desarrollan en horarios centrales y que agravan notablemente el panorama del tránsito, convirtiéndolo muchas veces en un virtual laberinto. Por lo que ofrece la simple observación, cualquier persona se siente autorizada a cortar una calle colocando vallas precarias o tambores de aceite vacíos, para permitir que un camión o una grúa maniobren a cualquier hora al precio de impedir el paso de los demás vehículos.

Está claro que un corte de calle afecta no sólo a quienes conducen automotores, sino a las miles de personas que utilizan los ómnibus como medios de transporte. El cambio de recorrido y el de ubicación de las paradas supone para ellas no sólo la necesidad de nuevos -y acaso- mayores desplazamientos, sino que le plantea dudas a mucha gente acerca del lugar al cual fueron desplazadas las paradas provisorias.

No se trata, en modo alguno, de cuestionar la realización de obras en la vía pública. Pero sí de reclamar a las autoridades viales que sean mejor planificadas, evitándose que se acumulen unas con otras y que se extiendan más allá de los plazos previstos, como ha ocurrido tantas veces en nuestra ciudad.

Sabido es que el tránsito de la Ciudad se encuentra colapsado. La Municipalidad anuncia operativos diversos, destinados a sancionar a quienes infringen leyes del tránsito. Entre muchos otros, a los que se ocupan de cargar o descargar mercaderías fuera de los horarios establecidos. Hay también un rígido diagrama de estacionamientos medidos, que los automovilistas deben cumplir a rajatabla, buscándose imponer un orden a la dinámica del tránsito.

En ese contexto, es de esperar que las autoridades analicen a fondo, con racionalidad y criterios rigurosos, la necesidad de cortar calles. Tal como se ha dicho, bienvenidas sean las obras que requieran realizarse, pero también sería deseable que esos trabajos se realicen en forma planificada y racional, para que no conviertan al centro o a los accesos de la Ciudad en un caos.

 

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