El apuro no autoriza a un delivery a infringir las leyes del tránsito

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Si algo no precisaba el tránsito de nuestra ciudad es que se le sumaran nuevos y peligrosos infractores a las leyes viales. Sin embargo, tal como lo determinó un informe publicado ayer en este diario, son oleadas de motociclistas y ciclistas los que se dedican a brindar los servicios de delivery, en tanto que muchos infringen las normas del tránsito.

Tal como se describió, excedidos en velocidad los que usan una moto, cruzando avenidas y calles con el semáforo en rojo, a contramano algunos, sin luces reglamentarias los que se sirven de una bici para trasladarse, sin anunciar las maniobras de giro y la mayoría de ellos carentes de toda luz que los haga visibles en las noches, se han convertido en un peligro cotidiano para los automovilistas y peatones. Cabe acotar, en un peligro que no los libera, a ellos mismos, de ser potenciales víctimas de su indisciplina.

Se habla de una tendencia a estas alturas incorporada ya a la vida urbana, en la que los jóvenes que se dedican a acercar pedidos a los domicilios (por lo general de comida elaborada pero también de productos de supermercado o kiosco) y que trabajan por su cuenta a través de aplicaciones, circulan por las calles, como se dijo, en moto o bicicleta. No se cuestiona, por consiguiente, la necesidad de ese tipo de prestaciones, existente en la mayoría de las ciudades del mundo.

Sin embargo, lo que se advierte es que se está frente a nuevas muestras de incultura vial. En el caso de los ciclistas, tal como se dijo en la edición de ayer, vale el estudio de Luchemos por la Vida, que analizó el comportamiento de los conductores de bicis a nivel nacional. El informe señala que el grupo carece, en su mayoría, de conciencia de su fragilidad. Y eso lo de demuestran algunos números: el 74 por ciento no usa casco; el 63 por ciento no respeta el semáforo en rojo; y el 98 por ciento no señaliza con sus brazos para anticipar maniobras. Hay cifras que maneja la tradicional entidad de educación vial que son dramáticas, pues se estima que 436 ciclistas murieron al año pasado en siniestros de tránsito en el país.

Por supuesto que, también quienes andan en motos, integran la franja de conductores más expuestos. Y en nuestra ciudad en particular el índice de accidentes de tránsito con motociclistas es bien elevado.

Existe en algunos sectores una tendencia generalizada que apunta a relativizar la importancia de los cuadros normativos, cuando se trata de trabajos emergentes. De modo que suelen aflojarse muchos controles y entonces, en este caso, los motociclistas o ciclistas no sólo circulan sin luces reglamentarias y transgrediendo otras normas, sino sin vestir siquiera ropas claras para aumentar su visibilidad. Lo cierto es que no se entiende el motivo por el cual una actividad cualquiera deba desplegarse cumpliendo las leyes que son comunes a toda la sociedad. El supuesto apuro para entregar sus productos, invocado por algunos encargados de “deliverys”, no justifica en modo alguno que arriesguen sus vidas y las de los demás.

Las empresas a cargo de estos sistemas de distribución debieran encontrarse perfectamente informadas por las autoridades municipales sobre las obligaciones que deben cumplir los conductores de motos y bicicletas. Sin perjuicio de que la Comuna despliegue operativos específicos en la Ciudad para educar, prevenir y, por último y llegado el caso, sancionar con severidad a los infractores.

 

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