Las playas de Boca Chica, cuna del turismo sexual con menores, las drogas y la impunidad

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El municipio de Boca Chica tiene unos 76 mil habitantes, está en la provincia de Santo Domingo (República Dominicana) y tiene una playa que lleva su mismo nombre.

El turismo es el principal recurso económico de los pobladores, donde la arena blanca y agua cristalina son apenas una parte de la oferta a la que se puede acceder sin mucho esfuerzo; apenas una solapa de lo que verdaderamente ocurre en la pequeña localidad. Acaso el “capital” más importante del pueblo sea la venta de estupefacientes y la prostitución, en mayor medida de menores. Así lo reconoció el jefe del Cuerpo Especializado de Seguridad Turística (Cestur), al sostener ante los medios locales que “aquí, la delincuencia y la explotación sexual infantil son los mayores problemas”.

El periódico “El Nacional” recogió algunas declaraciones de Torres Robiu, quien aseguró estar en plena batalla para controlar las calles y detener a los proxenetas. “Con el propósito de tener un mayor control, Cestur instaló 16 cámaras de seguridad en diversos puntos”, replica el diario.

En tanto, el titular del organismo explicó que “tenemos personal necesario para el monitoreo de las cámaras y nosotros poder accionar en lo inmediato cuando observemos algo que pueda dañar a un turista o a un menor, o viceversa”. A esa medida se le sumaría la instalación de un Centro de Atención a Niñas, Niños y Adolescentes. “Estamos trabajando en coordinación con la Fiscalía del municipio Santo Domingo y el ayuntamiento de Boca Chica para hacer frente a este problema de la explotación sexual infantil”, precisó el general Torres Robiu. Es evidente que tienen por delante una tarea de grandes proporciones.

 

 

 

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