La Femenina enamora, el Masculino irrita

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Por NICOLÁS NARDINI

nnardini@eldia.com

La patria futbolera argentina se encuentra con emociones mezcladas en días en que coexisten en las pantallas de TV las transmisiones del Mundial Femenino de Francia y la Copa América de Brasil. Son momentos en que la efervescencia por el merecido crecimiento del fútbol femenino, con un correlato en los hechos en la máxima cita a nivel planetario, donde las albicelestes lograron el mejor papel en su historia, se contrapone a la debacle en que está inmerso el Seleccionado Masculino, que no logra sacar la cabeza del fango desde el escandaloso Mundial de Rusia, donde desmanejos y divismos nos expusieron de manera vergonzante ante el mundo.

El fútbol femenino es una disciplina en incipiente expansión. Fueron las propias actoras las que encabezaron la lucha para ganar espacio en los clubes, mejorar las condiciones para la práctica del deporte y achicar, al menos en un mínimo porcentaje, la brecha con sus colegas hombres. En un país donde el fútbol es el deporte número uno, debería avergonzar lo tarde que llegó el apoyo para la rama femenina. Y allí fueron las atletas, que en su mayoría trabajan o estudian además de jugar, para dejar el alma en cada partido en Francia, donde firmaron la mejor actuación histórica. El espíritu amateur y la desventajosa posición en que las chicas compitieron respecto de sus poderosas oponentes, le da brillo a lo logrado, por más que algún desprevenido crea que es poco. Libraron una batalla completamente desigual. Y dieron la talla.

En paralelo, el fútbol masculino, profesional desde 1930 y cuyo Seleccionado es potencia desde hace décadas, continúa perturbado producto de horrorosas decisiones dirigenciales, que derivaron en procesos deportivos lamentables, donde entrenadores y jugadores no logran salir de un laberinto sin fin. El prestigio ganado costó mucho sudor para generaciones enteras de nuestro fútbol. Sólo haciendo hincapié en ello quienes conducen, quizás, reparen en la manera grotesca en que lo están dilapidando.

 

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