“Es un peligro trabajar a oscuras”

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A metros de la estación de trenes apagada, la oscuridad ganaba terreno en los comercios que bordean el camino Centenario. Por eso es que en varios de ellos, junto al lamento por las pérdidas acumuladas en la primera jornada sin luz, pensaban en bajar sus persianas antes del habitual horario de cierre.

“Nosotros cerramos a la medianoche, y estar a oscuras hasta esa hora, con tanta inseguridad, es un peligro”, deslizó Nicolás Renda, empleado de un kiosco ubicado en una ochava frente a la terminal ferroviaria. Allí, la luz se interrumpió alrededor de las 22 del sábado y al cierre de esta edición no había regresado. “Se pierden ventas en servicios de carga virtual, además de la mercadería láctea que habrá que tirar”, lamentó el joven.

Cerca de allí, otro kiosco tiene como empleada a Daira Peralta, quien relató una situación similar: el sábado y ayer tuvo que cerrar antes. Aunque no pudo calcular las pérdidas en el lapso que lleva el corte en el suministro eléctrico, graficó la magnitud del problema en “una heladera llena de lácteos más dos freezer con helados y alimentos congelados”.

 

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