Lujo y glamour en el encuentro de Trump y la reina Isabel II
Edición Impresa | 4 de Junio de 2019 | 03:24

LONDRES
La monarquía británica desplegó ayer toda su pompa para dar la bienvenida al presidente de EE UU, Donald Trump, al inicio de una visita de Estado al Reino Unido.
Trump y su esposa Melania llegaron por la mañana en un helicóptero militar a los jardines del palacio de Buckingham, donde la reina Isabel II los esperaba para invitarlos a un almuerzo privado, antes de agasajarlos anoche con un pródigo banquete con 170 invitados, entre ellos 16 miembros de la familia real.
El príncipe Carlos y su esposa, Camilla, así como los príncipes Harry (sin Meghan Markle) y Guillermo (con su esposa Kate Middleton), participaron en los actos de la jornada, poniendo de relieve una vez más el destacado papel diplomático que tradicionalmente ha jugado la monarquía británica a la hora de estrechar lazos con líderes extranjeros.
La primera ministra, Theresa May, también asistió al banquete de gala, aunque recién se reunirá con Trump hoy, cuando la visita cobrará su dimensión más política y se esperan además protestas en el centro de Londres.
Durante su primer día de visita de Estado, Trump tuvo una agenda cargada. En el almuerzo que ofreció la reina Isabel junto a la familia real, la pareja presidencial norteamericana estuvo acompañada de tres de los hijos de Trump más su yerno Jared Kushner, esposo de Ivanka. Más tarde, el mandatario participó en una ceremonia de homenaje al soldado desconocido en la Abadía de Westminster, donde depositó una ofrenda floral acompañado del duque de York, el príncipe Andrew, que conoció al magnate norteamericano jugando al golf en Miami.
A las “five o’clock” compartió el té con el príncipe Carlos y su esposa Camilla en su palacio de Clarence House, frente al palacio de Buckingham, adonde regresó para contemplar algunos de los objetos históricos de la colección de la reina, que le mostró en la galería real objetos y fotos pocas veces exhibidos de George Washington, que vinculan la relación entre Gran Bretaña y EE UU.
Por la noche, llegó el banquete oficial, presidido por Isabel II. Allí, la Corona exhibió toda su pompa y protocolo. Cada invitado dispuso de seis copas (para agua, vino blanco y tinto, champagne, vinos de postre y oporto) y su asiento estuvo separado del siguiente por unos 45 cm.
Los invitados degustaron un menú compuesto por filete de mero al vapor con mousse de berros, espárragos y salsa de perejil, cordero Windsor de temporada con relleno de hierbas, hortalizas de primavera y salsa de oporto y, de postre, fresas con crema de hierbas, frutas frescas y café con pasteles.
La vajilla de plata utilizada en el banquete forma parte del Gran Servicio que se atesora en el palacio y que en su momento, en época de rey George IV, costó 60.000 libras esterlinas (el equivalente a 4 millones de libras esterlinas de hoy). Los centros de mesa florales lucieron peonías, rosas y bocas de dragón, en la gama de los rosados. Llevó semanas organizar esta cena y tres días preparar la mesa en forma de U, ubicada en una sala con 14 metros de altura, 34 de longitud y 18 de ancho. La reina estuvo controlando cada detalle para que todo estuviera impecable.
BLANCO, EL COLOR ELEGIDO
Un espectáculo aparte fue el de los atuendos, donde el color blanco fue el protagonista por la noche del encuentro entre Trump y Melania con la reina, el príncipe Carlos y Camilla, duquesa de Cornualles.
Tanto la mujer del heredero al trono británico, como Melania y la hija del primer matrimonio del mandatario estadounidense, Ivanka, eligieron esa tonalidad para sus looks en su encuentro con la soberana inglesa, de 93 años.
La mujer de Trump cambió el traje de chaqueta y falda azul marino que lució a su llegada al aeropuerto londinense de Stansted por la mañana por un ceñido vestido blanco inmaculado que combinó con un cinturón azul marino y con un sombrero pamela blanco con una cinta también azul. A la noche el blanco fue total.
La duquesa de Cornualles apareció con un vestido también blanco y con un sombrero haciendo juego, una gargantilla de perlas y guantes y bolso en tono crema, mientras que Ivanka optó por un dos piezas de chaqueta con un volado y falda plisada, todo en blanco, el color de la jornada.
La reina se desmarcó de la tendencia del día y se engalanó con un vestido verde combinado con un sombrero del mismo color, con los que resaltó en un saludo sonriente al matrimonio Trump a su llegada en helicóptero a los jardines de su residencia oficial, en el centro de Londres.
La visita de Estado del presidente de Estados Unidos dio comienzo ayer y culminará mañana miércoles con la ceremonia para conmemorar el 75 aniversario del desembarco y de la batalla de Normandía que se celebrará en Portsmouth (sur de Inglaterra), a la que también acudirá la reina.
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