Un pequeño paso para el hombre, pero un gran salto para la amistad

Hace 50 años, un argentino volvió a dejar su marca en el mundo: Enrique Febbraro, el amigo de todos, se proponía crear el “Día Internacional del Amigo”.

Por Marcos Cantasano

El Día del Amigo es una fecha que se celebra con gran entusiasmo en nuestro país y en particular en esta ciudad, donde los restaurantes y pubs se desbordan de gente y ni el más crudo de los inviernos interfiere en las salidas de los platenses. Festejan todos: los adolescentes, los jóvenes, los adultos con largas historias de amistad, los compañeros de estudio y de trabajo, y la tercera edad, que se reúne en sus centros y clubes con almuerzos, cenas y bailes.

La movida que produce la celebración va más allá de las reuniones y no sólo la capacidad de los locales gastronómicos es lo que colapsa. Los amigos, ese día en especial, dan un uso intensivo a la telefonía móvil y la red suele congestionarse por la alta cantidad de llamados, videollamadas y mensajes por Whatsapp.

Pero mucho antes de que sucediera esto, el argentino Enrique Febbraro fue quien propuso festejar el Día del Amigo por primera vez el 20 de julio de 1969 en homenaje a la llegada del hombre a la Luna.

Declarado ciudadano ilustre de la ciudad y la provincia de Buenos Aires, y vecino ilustre del partido de Lomas de Zamora, Febbraro se destacó como profesor de Filosofía e Historia del Arte en la Academia S. Phoenix, y de Psicología en la Universidad de la Fundación Carlo Cossimo Borromeo, en Italia. Invitado a disertar en varios países, cosechó innumerables premios y se fue transformando en miembro correspondiente de muchas Academias, Sociedades e Institutos.

A este Odontólogo, Profesor de Filosofía e Historia, músico, y miembro del Rotary Club se le ocurrió esa idea en homenaje al aterrizaje de la nave Apolo XI en la Luna. Ese día, mientras el astronauta norteamericano Neil Amstrong ponía su pie izquierdo en la Luna, Febbraro se sentó a escribir desde Lomas de Zamora, donde residía, mil cartas a 100 países. Al respecto señaló que había presenciado el alunizaje del módulo como un gesto de amistad de la humanidad hacia el universo.

Al mismo tiempo se dijo que un pueblo de amigos sería una nación imbatible.

Aquello que Amstrong definió como “un pequeño paso para el hombre, pero un gran salto para la humanidad”, representó para Febbraro la posibilidad de entablar relaciones cordiales con otros seres, pero también la de celebrar la amistad en casa.

Las 700 contestaciones afirmativas que recibió le dieron un carácter mundial a la celebración que, por encima de las diferencias culturales, tenía el objetivo de unir a las personas a través de un concepto común: la amistad. La celebración fue oficializada primero en Buenos Aires, después en toda la Argentina y más tarde en muchos países del continente.

 

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