“Badur Hogar”: enredos, mentiras y romance entre dos almas perdidas

Rodrigo Moscoso vuelve al cine tras 18 años con una comedia ácida que se verá hasta el miércoles en el Cine Select

Juan Badur pasa el peor momento de su vida: estancado, pasa el verano limpiando piletas de vidas más pudientes que la suya como única changa para sobrevivir aunque sin demasiada convicción ni profesionalismo, relegando tareas en su socio mientras él se dedica a explorar su neurosis. Y entonces, Luciana.

Esa es la premisa de “Badur Hogar”, gran comedia romántica (género poco frecuente en el cine independiente nacional) que se estrenó en el Cine Select del Pasaje Dardo Rocha el jueves (podrá verse hasta el miércoles, todos los días a las 17.30) y que es también (como toda rom-com) la historia de una crisis: su director, Rodrigo Moscoso, vuelve a los protagonistas perdidos, como los que pululaban por su ópera prima, “Modelo 73”.

Aunque lo curioso es que desde aquella primera cinta del director salteño a esta segunda, han pasado 18 años. ¿Qué pasó? ¿Una crisis como al de Juan Badur aquejó al realizador? “Siempre hay cosas personales”, dice Moscoso sobre la inspiración del filme en diálogo con EL DIA, aunque también revela un trauma que lo alejó del cine. 

“‘Modelo 73’ pasó en 2001 por el BAFICI, y a fin de año estalló todo. Los negativos quedaron en Canadá, retenidos por una deuda con un laboratorio, tardé varios años para estrenarla porque no podía hacer copias… Recién en 2005 se pasó en el MALBA”, cuenta, y tras ese trauma “no quería obligarme a filmar sin estar seguro de lo que quería decir” y, sobre todo, “no quería volver a filmar en condiciones de tanto riesgo. Seguí haciendo cosas en audiovisual, dirigiendo publicidad, pero no volví al largo hasta que hace 10 años comenzamos a pensar este proyecto”.

Hace una década aparece la primera versión de este guion, escrita en Buenos Aires. Pero luego Moscoso volvió a Salta, y rearmó allí su vida, entrando en contacto con parte del equipo técnico del filme. 

Ese tiempo sirvió para ir “pensando y repensando” la historia que hace dos años y medio presentó en el INCAA en busca de financiación, la historia del hijo de un dueño de una cadena de electrodomésticos emblemática de Salta (siempre fue Javier Flores el protagonista en la cabeza de Moscoso) algo vagoneta, bastante desorientado, que no ha encontrado rumbo para su vida. (Estancado como él está la tienda que da nombre al filme, Badur Hogar, cerrada y detenida en el tiempo, poblada de electrodomésticos vintage).

“Quería hacer una comedia con un protagonista en profundo conflicto consigo mismo, una comedia con cierta acidez, no una comedia de chistes”, dice Moscoso, y de hecho (sin spoilear) la cinta no tiene un “happy ending” tradicional. “No es una película donde el objetivo es que terminen bien”, agrega el director porque, claro, lo que mal empieza…

Y esta historia de amor entre el personaje de Flores y Luciana, interpretada por Bárbara Lombardo, empieza a las patadas: “Los dos personajes están medio perdidos en la vida, son personajes de clase media en una edad donde todos entramos más o menos en crisis”, dice el director, así que cuando esta figura femenina aparece para ayudar a Badur a salir de su crisis, “es una guía medio caótica”.

Esa inyección de caos entre “una pareja improbable” que comienza con un encuentro “medio de casualidad” son elementos que el director tomó de las screwball comedies, las películas clásicas de enredos de Hollywood; “Badur Hogar” se compone de varias tramas de enredos anudados por una serie de “casualidades, mentiras y omisiones”. Porque, como dice el director, “todos mienten, nadie es lo que dice”. Y si la gente miente y omite, es porque no es lo que quiere ser, se avergüenza de eso que es: allí, en las mentiras humanas de ese querible vagoneta, está el corazón de la película.

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