Lo que dejó la semana de alta costura en París

Nostalgia, líneas primarias y técnicas artesanales de bordados y costuras en una de las pasarelas más representativas de la industria textil. Nuestra enviada especial nos cuenta las propuestas que presentaron los mejores diseñadores en la “ciudad luz”

Edición Impresa

Por MATILDE CARLOS

@tendenciera|vivirbien@eldia.com

PARÍS, Enviada especial.- Una vuelta a los orígenes parece ser el denominador común en las pasarelas de la última edición de Alta Costura otoño-invierno en París.

En medio de la vorágine de innovación tecnológica puesta al servicio de la moda no deja de llamar la atención el énfasis que diseñadores y firmas destacadas han destinado a revalorizar el trabajo artesanal, las tradiciones milenarias, el savoir faire de costureras y bordadoras, la inspiración en las culturas de la antigüedad y todo aquello que tenga un tinte de práctica al borde de la extinción. París siempre ha hecho de la industria de la moda una bandera cultural; y dentro de esa insignia, la alta costura refleja la máxima apuesta a conservar una manera de producir y de mantener el fashion sistem local. Sombrereros, bordadores, estampadores y fabricantes de avíos; todo un mundo de proveedores y especialistas puestos al servicio de mantener viva una de las marcas registradas de Francia que ni los nazis durante la ocupación pudieron dominar, la Haute Couture.

En esta edición se vieron diversas apuestas creativas que como siempre marcan el pulso de la alta moda y definen algunas líneas estilísticas. Valentino, por ejemplo, eligió hacer foco en la inclusión con un abanico de diversidad en la pasarela, no solo étnica sino etaria. La histórica modelo Lauren Hutton compartió escena con jovencísimas mannequins y vestidos que remiten a diferentes inspiraciones culturales lograron unificar una propuesta ecléctica y majestuosa a la vez. El aplauso final para Pierpaolo Piccioli acompañado de sus colaboradoras, jefas de taller, costureras y modelistas fue conmovedor. Este gesto puso en primera línea a quienes con sus manos y talento dedican interminables jornadas a lograr que el milagro suceda: hacer surgir de un lienzo en blanco una obra de arte para vestir.

Dentro del marco de la Semana de la Moda también se llevó a cabo el evento Oriental Fashion Show que reunió en una misma pasarela a diseñadores de Rusia, Kazakhstan, Algeria, Marruecos, Mongolia y Egipto. Como si fuera un recorrido del Expreso de Oriente, esta propuesta hilvanó diseños que invitan a seguir la “ruta de la seda”. El objetivo es mostrar al mundo cómo las tradiciones milenarias y los géneros de máxima pureza pueden ofrecer colecciones actuales y versátiles sin perder identidad. Slava Zaïtsev, Zardozi by Cosntella, Fouad Guerfi, Arunaz, Yasmina Chellali, Maleone, Trad Art Tailor, Nahy El Behariry, Lo Neel –couture sustentable-, Kengora –de Francia-; se dieron cita en el mítico Ritz de París para desplegar su arte y calidad exquisita.

Si de volver a los orígenes se trata, Maria Grazia Chiuri ha buceado en la antigüedad clásica y en el lejano Oriente para su propuesta couture 2019. Con prendas que remiten a las túnicas greco-romanas o equipos sastreros con fuerte sello japonés, el ADN Dior se vio resignificado. Chaqueta bar y silueta reloj de arena dijeron presente en varios looks, pero de manera sutil y menos forzada que en el pasado. La paleta de color se centró casi exclusivamente en el negro con bordados, apliques y detalles de textura en monocromo.

La firma Schiaparelli estrenó director creativo y el desfile fue la recreación minimalista de una escena cotidiana en la vida de este diseñador americano. Con Daniel Roseberry sentado en su tablero de trabajo en medio de la pasarela se presentó una colección con varios guiños a quién fuera la máxima exponente del Surrealismo en moda. Vestidos y piezas que juegan con sus típicos trompe de l’oeil, volúmenes extremos, pliegues que son verdaderas obras de arquitectura, piedras incrustadas y detalles exquisitos fueron pasando en el show mientras en la soledad de ese acto creativo del diseñador y la hoja en blanco se resumía el inicio del universo a recrear en cada temporada.

En medio de una gigantesca biblioteca que referenciaba la que Cocó Chanel tenía en su atelier, Virginie Viard presentó su primera colección de Alta Costura. Sin grandes innovaciones en cuanto al trabajo de sus predecesores, la nouvelle directora creativa ofreció piezas clásicas pero con ese toque ambiguo propio de la firma, una suave transición que no busca romper con la herencia de la maison. Así, chaquetas sastreras y trajes de impronta masculina conviven con vestidos de sutil caída y adornados con moños y volados; mientras que el famoso tweed aparece reversionado en tejidos un tanto más livianos, y los botones bijou engalanan chaquetas y chemises. Con un tímido saludo desde uno de los pisos de la biblioteca, Viard agradeció los aplausos y celebró con su equipo tras bambalinas.

En una de las salas del famoso edificio que guarda los restos de Napoleón, Des invalides, Nicolas Jebran ofreció su colección Golden Odissey con looks aptos para mujeres súper poderosas y sexies pero atravesadas por el amor con grandes corazones que daban forma a capas, pecheras y hasta al vestido de novia del final. Un mix de texturas que de la seda al cuero, pasando por paillets, bordados y lurex pareció brindar sustancia a un universo lúdico y femenino a la vez.

Si de joyería hablamos, la colección Kraton by Baroqco ofreció piezas exquisitas e imponentes con adornos de metal, elementos de Swarovski y piedras semipreciosas provenientes de Indonesia y Brasil. En algunas joyas, el acabado está hecho de cadenas, perlas y piedras semipreciosas, dando paso a maxi collares, tiaras, brazaletes, pendientes y broches que quitan el aliento. Esta propuesta está inspirada en la filosofía javanesa y en los colores que tienen sus propios significados. En línea con el rescate emotivo de las tradiciones, Baroqco retoma la cultura de Java en 2019 como homenaje al patrimonio de ésta que se incluyó por primera vez en Francia con motivo de la Exposición Universal de París 1889.

En esta Semana de la Moda de París 2019, Patrick Pham presentó vestidos de alta costura realizados con materiales textiles hechos a mano en las aldeas tejedoras más famosas de Vietnam, junto con accesorios realizados por artesanos de Hue, la ciudad imperial de la dinastía vietnamita Nguyen. Estamos hablando del brocado, una tela de algodón, lino o cáñamo y trabajada a mano con textiles que se tiñen de plantas silvestres con una variedad de colores: a veces sombrías, a veces brillantes. En este género aparecen patrones que representan de manera única a cada grupo étnico, y que se graban en relieve durante el proceso de tejido, aunque a simple vista parezcan estar bordados. Patrick Pham, nombró a su colección “Pearl of Far East” y ofreció vestidos de alta costura hechos con materiales amigables con el medio ambiente.

Lo dicho, volver al pasado y a las tradiciones es una tendencia que parece afirmarse desde la pasarela más exclusiva del mundo y expresa un air du temps mucho más amplio y abarcativo. El mundo busca menos artificios y más verdad; slow fashion antes que fast fashion; un consumo responsable frente a la bulimia de la moda que devora todo a su paso para desecharlo en minutos. Al menos esta brisa pareció flotar en París y ha dejado mucha tela para cortar.

 

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