Alberto Díaz Rolón

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Alberto Díaz Rolón se destacó por el apasionamiento en la arquitectura, cualquiera haya sido el lugar desde donde la practicara, ya sea en el ámbito estatal como en la labor independiente. También fue una persona reconocida por sus valores humanos; respetada por sus colegas y compañeros de trabajo; apreciada muy especialmente por sus amigos; y querida y admirada por su entorno más íntimo. Por eso, su fallecimiento, a los 54 años, cuando pensaba en cumplir, todavía, con varios proyectos de vida, representa una pérdida inmensa para el círculo que lo rodeaba.

Platense, hijo del juez Juan María Díaz Rolón y de Ana María Sánchez Ceschi, Alberto Martín Díaz Rolón había nacido el 26 de septiembre de 1964. Creció junto su hermano Guillermo, de quien fue inseparable.

“Lali”, como lo llamaban los suyos, completó la escuela primaria en el Colegio Concilio Vaticano II y la secundaria en el Instituto José Manuel Estrada de City Bell. Ingresó, en 1982, a la facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional de La Plata. Ya por entonces trabajaba, pues su padre había fallecido y consiguió incorporarse, como empleado administrativo, en la Gobernación, cuando apenas tenía 17 años. Con un particular esfuerzo realizó la carreras universitaria a la par que cumplía con sus obligaciones laborales.

En 1995, ya recibido de arquitecto, pidió un pase en el cargo y entró al Instituto Provincial de la Vivienda. Allí ocupó diversas funciones a lo largo de una extensa trayectoria, que culminó en la supervisión de obras, por lo general, del interior bonaerense.

Paralelamente, despuntó el gusto por la actividad privada y diseñó numerosas construcciones y, en muchos casos también, dirigió la ejecución de las obras.

Todo lo que emprendió lo hizo con enorme satisfacción y responsabilidad. Con la arquitectura fue tal su entusiasmo que en la medida en que recorría la historia de la disciplina y descubría a los maestros de la materia trataba luego por todos los medios de viajar y apreciar las grandes obras desde su mirada directa. De ahí que, con su mujer o en familia, visitó distintas ciudades de Europa y Estados Unidos.

Uno de sus momentos más felices los vivía la vez en el año en que iba a esquiar con su familia.

Se casó con la abogada María Josefina González Varela y tuvo dos hijos: María Pilar y Santiago, quienes, consustanciados con la profesión de su padre, y estudian Arquitectura.

 

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