Ocio y erotización del peligro

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El ocio es una necesidad física y anímica de reposo. Así posibilita reponer energías y libido al organismo. Desde lo biológico, ajusta los ritmos y las potencialidades que nos permiten reinventarnos y continuar con las actividades que desarrollamos, poner la cabeza y el cuerpo en otra sintonía, no sólo para liberarse del cansancio sino también de situaciones tóxicas.

Son positivas en ese contexto las nuevas experiencias a nivel artístico, deportivo y cultural que implican contacto con olores, sabores y geografías distintas.

Por otra parte, muchos cultores del deporte aventura, con grados variables de riesgo, otorgan a este una cualidad erógena que adquiere el lugar de una fuente de placer. Esto ocurre porque la experiencia del riesgo libera tensiones.

Esto tiene un efecto endógeno como es la liberación de adrenalina, que es estimulante a nivel del cerebro, lo que hace que muchas veces haya cercanía con la adicción. Desde esta perspectiva, quien disfruta del ala delta o surfea la ola más grande del mundo, no se desafía a sí mismo, sino que desafía la muerte.

Estos desafíos surgen ante situaciones internas difíciles de controlar como pueden ser duelos, separaciones, aniversarios y, si bien no todos los casos aplican, las carga tanática (pulsión de muerte) está presente en la mayoría de los cultores del deporte de riesgo.

 

(*) Psicoanalista. Miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina. Autor del libro “Los deportes al diván”

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