Alberto Giampieri

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Causó un profundo dolor en distintas instituciones de Lisandro Olmos el fallecimiento, a los 73 años, de Alberto Giampieri, vecino reconocido por su entrega a todas esas causas que la comunidad de la zona llevaba a cabo por el bien común.

Alberto Juan, a quien sus íntimos llamaban “Chiquito”, fue el segundo hijo -junto con su mellizo, Roberto- de Angel Giampieri y Rosa Rochetti, uno de los primeros matrimonios que se instaló en Olmos y que, a partir de la labor en una quinta hortícola, fue uno de los pioneros, en la primera mitad del siglo pasado, de la actividad rural de la localidad del oeste platense. Creció, cuando todo ahí era puro descampado, en la zona de 203 y 44. Nely fue su hermana mayor y Alicia la menor.

Permaneció por siempre ahí donde se arraigaron sus padres. Aprendió el oficio de la administración de la quinta y a eso se dedicó toda su vida, siendo su tarea de vital importancia para el emprendimiento familiar, que continuó junto con sus hermanos una vez que sus mayores se retiraron de la actividad.

Fue un miembro activo de la vida institucional del Club Unidos de Olmos, entidad de la que fue socio vitalicio, y abogó por cuanta mejora de la zona creía conveniente. De su singular empuje para concretar iniciativas beneficiosas para la zona se recuerda, por caso, su colaboración, junto a otros vecinos, para levantar, en la década del 70, la capilla San Benito, que se edificó en un terreno donado por un familiar suyo.

Además de su pasión por Estudiantes (siguió la trayectoria deportiva de su equipo hasta en la última fecha del campeonato), disfrutaba de reunirse con su familia. No tuvo hijos, pero sus sobrinos primero y sus sobrinos nietos después despertaron en él ese amor del que son capaces de sentir un padre y un abuelo.

Conversador, de gestos generosos, excelente carácter y gran compañero, quienes lo rodeaban extrañarán su presencia cotidiana.

 

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