El gran paso inicial de una generación que ya escribió su primera página

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Nadie, ni el más optimista hincha de básquet creía que Argentina podía hacer un torneo de la magnitud del que hizo. Con el objetivo de Tokio como primer escalón, Hernández y todo su cuerpo técnico supieron darle forma a un plantel que creció con el correr de la competencia y que poco a poco se fue animando a más. Como quien se mira al espejo y se sorprende por los resultados, la Selección fue alimentando su ego y su autoestima con enormes actuaciones que rozaron la perfección, sobre todo en los cruces de cuartos y en la semifinal, ante dos candidatos que debieron armar las valijas antes de lo esperado.

Poco a poco, esta nueva camada, con un Scola vigente, con Campazzo como líder absoluto y con siete jugadores en su primer Mundial, fue escribiendo una historia que merecía otro desenlace. Quizás no el triunfo, porque el básquet suele recompensar al que mejor lo juega, pero sí otra imagen.

Con muchos puntos altos a lo largo de una competencia que lo tuvo invicto en los primeros siete partidos, ahora Argentina se permite soñar con un futuro cercano llenos de momentos como los que se vivieron en China 2019.

Haciendo de la presión defensiva un culto y de la salida rápida su religión, este equipo deberá seguir trabajando, pensando en potenciar aún más a jóvenes talentos como Gabriel Deck, vital en cada ingreso desde el banco, Patricio Garino, de los mejores defensores de la competencia, Luca Vildoza, que comenzó con alguna duda y se volvió vital, Nicolás Brussino, con una mano que invita a la ilusión y Máximo Fjellerup, quien jugó con una suficiencia que asombra a sus apenas 21 años. A ellos deberán seguir acompañándolos el propio Scola, quien predica desde la acción, Marcos Delía, que tuvo su mejor papel con la albiceleste y Facundo Campazzo, el insano base que lleva a todos al mismo nivel de locura con cada una de sus acciones. Sin dejar de lado a Nicolás Laprovittola, importantísimo en la doble base, ni a Tayavek Gallizzi, que muchas veces tuvo que entrar a hacer lo suyo o a Agustín Cáffaro, quien corrió la misma suerte y de gran manera ante Serbia, todos han sido importantes desde su lugar. Con menos minutos, pero aún con posibilidades de seguir creciendo, Lucio Redivo es otro de los que asoma para seguir peleando con un lugar.

Lo cierto es que la ilusión se mantiene intacta, y pese a que parecía que nunca más iba a haber algo similar a la “Generación Dorada”, China 2019, y sobre todo estos muchachos, sembraron la duda.

Con algo de aquello y mucho de lo nuevo, Argentina se quedó con el segundo lugar en el Mundo, y aunque parezca insuficiente, con el correr de los días, esa medalla que se colgó cada uno de los integrantes del equipo, tendrá mucho más valor. Hubo pasado, hay presente y parece haber futuro, algo que vale mucho más que la posición final.

 

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