Diego pasional, gritó, aplaudió, sufrió y vivió el partido muy intensamente... a lo Maradona

Se sentó y se paró mil veces. Dio indicaciones junto al Gallego Méndez y festejó el empate parcial del Caco mirando a la Platea “H”

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Por: Walter Epíscopo
 

wepiscopo@eldia.com

Buzo gris y gorrita azul. Faltaban unos minutos para las 11, y el Bosque se vino abajo. Humo azul y blanco, globos, bombas, tremendo recibimiento para Gimnasia, pero dedicado al hombre cuya cara estaba repartido por las tribunas en muchísimas remeras y banderas. Diego Maradona salió por un costado de la manga, se persignó y enfiló caminando para el banco de suplentes donde había un ejército de reporteros gráficos, camarógrafos y periodistas.

Todos esperando algo... Hubo aplausos de cara a la Tribuna “Néstor Basile”, besos al aire con su mano derecha, y luego se golpeó el corazón varias veces. Allí se prendió con los cantitos que bajaban de las tribunas. Tras saludar para todos lados, Diego posó con el equipo. Algo inusual en un técnico, pero pintoresco al fin. Paradito arriba junto a Alexis Martín Arias, comenzando desde la derecha, como tantas veces se ubicó siendo jugador cuando llevaba la cinta de capitán y el “diez” en la espalda.

Luego, conmovido recibió un fuerte abrazo del Chacho Coudet que lo fue a buscar y cruzaron algunas palabras. Después se ubicó en el primer asiento, bien en una punta, y al lado su inmediato colaborador, Sebastián Méndez y después Adrián González.

Ya venía de saludos por todos lados antes de salir a la cancha, donde el presidente racinguista, Víctor Blanco, y el responsable del área futbolística, Diego Milito, le entregaron una plaqueta por su regreso al fútbol argentino.

Diego vivió su debut con intensidad. Gritó, habló con los jueces y se lamentó en el final por la caída

 

El primer aplauso se lo arrancó Maxi Comba con una arremetida hasta el fondo del cordobés, y luego el Gordo Mussis al probar desde afuera tras una mala salida del arquero Gabriel Arias.

A partir de ahí Diego comenzó a hacer su propio show según lo que pasaba dentro del campo de juego. Ante una chance de peligro para el Lobo, aplaudió; cuando hubo algo que no le gustó, se paró y caminó hasta la línea de cal, juntó sus manos a los costados de su boca y dió indicaciones gritando.

A su derecha, el Gallego Méndez también hizo lo suyo dando indicaciones, parándose, enojándose y arengando al equipo.

Tras las chances claras de gol que no se dieron por atajadas tremenda del “uno” de la Academia, el técnico Tripero se paró delante de los carteles de publicidad y se llevó sus manos a la cabeza mirando al cielo sin poder creerlo.

Se quedó sentado inmóvil tras el 1-0 de la visita y el error de Martín Arias. Después se paró y empezó a arengar.

Cuando salió del túnel para el segundo tiempo, recibió una vez más (como había ocurrido en la previa del partido) el grito sagrado: “Olé, olé, olé, olé, Diego, Diego”.

Sin dudas, la explosión para Diego, que vive tan intensamente el fútbol, fue el gol de Matías García. Justamente quien actualmente lleva la “10” albiazul, hizo festejar al eterno “Diez”.

El DT mens sana recibió el abrazo de sus colaboradores y luego de cara a la Platea “H”, donde estaba su amigo Claudio Caniggia, se quedó gritando el gol. Pero la alegría no duraría mucho, apenas un par de minutos, Racing golpearía de nuevo y se pondría 2-1.

Maradona hizo el mismo caminito una y otra vez... una y otra vez, del banco a la línea de cal. Habló con Méndez a la hora de pensar en los cambios, y a los tres futbolistas que sacó (Pablo Velázquez, Maximiliano Comba y Franco Mussis), los esperó al costado del campo de juego para saludarlos y abrazarlos.

Con el correr de los minutos se fue quedando cada vez más tiempo parado al costado del terreno, dándole indicaciones a todo aquel que pasara cerca suyo. Gritó mucho. Aplaudió cada buena acción de sus dirigidos, y también se lamentó las chances perdidas.

También el Gallego Méndez comenzó a ser más protagonista a la hora de las indicaciones, y se mostró muy vehemente.

Corría tiempo de descuento, quedaban apenas segundo para terminar y el Lobo tendría una más. Clara. Clarísima. El Caco García pisó el área grande y se perfiló para pegarle al arco que da a la cabecera de Avenida 60. Casi como un penal. Pero esta vez el volante definió muy mal. El zurdo le pegó con la “de palo” y la pelota se fue por arriba del travesaño. Maradona se agarró la cabeza otra vez y encaró hacia el banco de suplentes sin poder creerlo. Sabía que ya no tendría otra oportunidad de empatarlo.

Y así fue. El final encontró a Diego retirándose, abordado por cámaras y dejando en claro su dolor por la derrota pero sintiendo satisfacción por la entrega de sus muchachos.

El hincha aplaudió, pero se fue preocupado por que las fechas pasan y el equipo sigue sin sumar.

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