Lo que sólo puede ofrecer una Copa del Mundo

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Por más que faltaran más de tres horas, los alrededores del Ajinomoto Stadium, desbordaron de pasión latina. Francia y Argentina tienen la misma raíz de raza; piensan, sienten y viven casi de la misma forma. Por eso los vasos comunicantes fueron los óptimos para que la fiesta, más allá de cualquier resultado, fuera absoluta.

Y lo fue. Vaya que lo fue. Porque de solamente pensar lo que vivió este cronista, se le eriza la piel. El momento de los himnos fue sublime. Épico. Pero mucho antes de eso se dejaron ver en los alrededores del estadio muchos rosarinos, por ejemplo del l club Duendes, que vestidos con los colores del conjunto rosarino bailaron al ritmo de un bafle potente que hacía escuchar la cumbia de Los Palmeras y la Nueva Luna y hasta los franceses se prendieron al baile. Algunos japoneses y sus sonrisitas aprobaron el ritual y se animaron a dar unos pasitos.

Un poquito más allá, se escuchó bien fuerte una banda de japoneses metiéndole duro a los instrumentos de viento para hacer sonar la tradicional “Los Santos vienen marchando” con muchísima gente aplaudiendo y bailando al ritmo del jazz.

¿Camisetas de clubes argentinos? Sí, como no. Se pudieron ver las de San Fernando, La Tablada de Córdoba, Paysandú de Entre Ríos, Jockey Club y Tigres de Salta y obviamente gente de nuestra ciudad como Pato Muñoz y su enorme bandera con el escudo del club San Luis. ¿Canarios hubo? Obvio, se pudo ver a Fernando Torrijos, su hijo y Antonio Pizzatti con otra gran bandera de La Plata Rugby. Ahora la marea albiceleste recorrerá los 600 km que separan Tokio de Osaka para instalarse el próximo sábado a las 1:45 (hora argentina) en el Hanazono Rugby Stadium para empujar a Los Pumas a vencer a Tonga.

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