Fachadas pintadas, un perjuicio para vecinos y comerciantes
Edición Impresa | 24 de Septiembre de 2019 | 04:07

El problema de los grafitis y pintadas que arruinan los frentes de las viviendas y comercios platenses se extiende cada vez más y causa, sin dudas, un fuerte perjuicio económico a los damnificados por los costos que tienen poder repintar una pared o persianas de algún negocio.
Así quedó reflejado en una nota publicada por este diario en su edición de ayer, donde encargados de estos trabajos calculan que repintar la fachada de una casa de medida estándar puede llegar a superar los 40 mil pesos, mientras que restablecer en su color original a una persiana comercial (de las cuales se ensañaron en estos últimos tiempos los grafiteros) vale no menos de 10 mi pesos.
Desde hace ya mucho años que vecinos y comerciantes -un fenómeno que no se da solamente en el casco céntrico sino también en todos los barrios de la Ciudad- vienen soportando este daño material en sus domicilios o locales. Cada mañana se puede ver un grafiti nuevo y casi ya no existen cuadras sin pintadas. Y hasta los edificios públicos son blanco de la virulencia de estas expresiones callejeras. En la Comuna, meses atrás, calcularon que cada año el vandalismo genera pérdidas equivalentes al costo de más de 800 cámaras de seguridad.
Lo cierto es que aún no tiene freno; al contrario, el aerosol sigue activo en espacios blancos. Además de las multas, nunca efectivas porque no se hallan “in fraganti” a los responsables, en los últimos años se esbozaron otras estrategias para enfrentar, desde diferentes ángulos, el problema de las pintadas. Una de ellas fue el enjalbegado de monumentos con productos especiales “antigrafiti”. Otra, el lanzamiento de programas y operativos de remoción, lavado y limpieza de este tipo de intervenciones indeseadas, con posterior aplicación de una película protectora para evitar ulteriores ataques.
Pero como se ha dicho en otras oportunidades, estas sustancias, que permiten preservar algunas superficies no es efectiva en las metálicas -como las persianas de comercios- y las texturadas. Allí gana el vandalismo, dado que en muchos casos, las tintas y pinturas utilizadas tienen un componente corrosivo, por lo que penetran en los materiales sobre los que se imprimen y hacen más difícil su remoción, según explican.
En ese sentido, ahora el Municipio impulsa la puesta en valor -como primera experiencia- del Centro Comercial de Calle 12 a través de intervenciones artísticas sobre las persianas de los locales. La idea, dicen, es generar “un paisaje artístico nocturno” y que el plan sirva para “disminuir los actos vandálicos en las estructuras metálicas”. Al mismo tiempo, se apunta a promover el trabajo de artistas y muralistas locales, quienes podrán exhibir su arte en la vía pública.
Surge también que debieran profundizarse las campañas educativas tendientes a parar estos desbordes, porque ya sea una pretendida expresión de rebeldía o autoafirmación que sobrepasa lo artístico, la ola de pintadas se ha convertido en una pesadilla para frentistas y comerciantes.
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