El control a los manteros duró lo que un suspiro

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Faltaban apenas unas semanas para las PASO de agosto cuando, llamativamente, la Municipalidad de La Plata, de manera conjunta con efectivos de fuerzas federales, de la Provincia, agentes de Migraciones y de la Afip, iniciaron una serie de procedimientos con la intención de poner en caja la siempre desbordada venta ambulante en las calles céntricas.

Amparados en una causa tramitada ante un juzgado federal, por violación a la ley de marcas (falsificación de ropa deportiva ofrecida a la venta en las veredas platenses), por aquellos día se dijo que la avanzada iba a ser constante y sin descanso durante más de 20 días.

Por aquellos días, paralelamente, se le dio amplia difusión a la inauguración de un predio en 80 y 124 en el que los manteros desalojados del Centro tendrían lugar para instalarse con la sola inscripción en un registro de vendedores ambulantes abierto por la municipalidad.

Hoy, pasadas las elecciones primarias y después de aquel amague de recuperar los espacios públicos y normar la venta ambulante, todo parece haber quedado en el olvido.

Aquellas buenas intenciones, parecen haber quedado en el olvido o sepultadas por otras urgencias, luego de conocidos los resultados electorales.

Las calles de La Plata, otra vez, parecen tomadas por los manteros que, poco a poco fueron recuperando los espacios en los que habitualmente se emplazaban, al tiempo que avanzan sobre nuevas posiciones, como Plaza Italia, por ejemplo, ante la pasividad de la Comuna.

Aquellos procedimientos, se recuerda, habían sido aplaudidos y defendidos por las asociaciones de comerciantes de los principales corredores de la Ciudad. Es decir, los que pagan habitualmente sus impuestos, las cargas sociales y sueldos de sus empleados, además de alquileres que no suelen ser económicos y ven como frente a sus propias narices desde la más absoluta marginalidad, se venden productos que, en la mayoría de los casos, hasta son burdas falsificaciones.

El mismo camino del fracaso parece haber recorrido aquel promocionado predio en el que los manteros iban a tener lugar.

Hubo allí un extraño procedimiento nunca debidamente aclarado ya que los puestos que, en un principio iban a ser gratuitos, se transformaron finalmente en boxes explotados por un privado a un costo mensual. Daba esa operación toda la impresión de ser un negocio privado en el que tampoco quedó debidamente aclarado cual era la participación municipal.

Finalmente, las buenas intenciones de la Comuna de regular, normar, o normalizar la venta ambulante duró lo que un suspiro.

Habrá que ver, finalmente, si la voluntad oficial de imponer cierto orden revive en proporciones geométricas a medida que ser acerca el 27 de octubre, domingo en el que los vecinos volverán a las urnas para elegir intendente.

 

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